La mujer actual es trabajadora, cuidadora, limpiadora, emprendedora y, además, madre. La incorporación mayoritaria de las féminas al mercado laboral ha cambiado roles, funciones, conceptos y formas pero, sobre todo, ha implicado un sobreesfuerzo de ellas por intentar llegar a todo.

En el marco del Día de la Madre, el próximo domingo 6 de mayo, son ellas, las nuevas madres, las que relatan el día a día de cualquier malagueña actual que intenta sobrevivir entre el trabajo, la casa, la relación de pareja y el cuidado de sus hijos. ¿Cómo logran conciliar trabajo y familia? Cada una tiene sus métodos, recursos y herramientas.

La mujer contemporánea tiene un hijo de media (1,40) y la edad de la maternidad ha pasado a los 31 años en la provincia de Málaga. El número de nacidos desciende desde 2009 de forma progresiva en general, se tienen un menor número de hijos y aumenta la edad del primer embarazo. Parte de esta fotografía de la situación actual se debe a la incorporación de ellas al mundo laboral, según reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Pero también en este apartado, el laboral, queda mucho por conquistar. Las féminas siguen sin alcanzar los puestos directivos, ocupan de forma mayoritaria los contratos parciales -para cuidar a sus hijos- y cobran menos que los hombres por el desempeño de la misma tarea, según diversos informes de sindicatos.

También es más que relevante la figura de los abuelos, indispensables en muchos casos para poder sobrevivir entre el horario laboral, el cuidado de los hijos, las tareas del hogar, los deberes, las compras y un largo etcétera. Pero compensa. Todas coinciden en que están satisfechas. Pero es que también cambian los modelos de familia, ya no sólo los roles. Los hijos nacidos de madres no casadas continúan su senda creciente y representan ya el 38% del total en la provincia de Málaga -el 35,5% a nivel nacional-, según datos del INE.

En 2009 nacieron en la provincia 19.258 niños; en 2010, 18.785; y, en 2011, 17.862. El hecho de que la mujer no quiera renunciar a trabajar unido a la crisis económica presenta un panorama decreciente en lo que a la natalidad se refiere.

Silvia concilia con esfuerzo. Silvia Melero es un ejemplo a seguir. Esta exitosa y joven empresaria logra conciliar su trabajo y su familia gracias, dice ella, a que «tengo un equipo en mi negocio «extraordinario en el que puedo delegar» y, por supuesto, «a mi marido» «Tengo un marido maravilloso. No podría ser lo que soy sin él. Somos un equipo. Se llama Abraham», explica. Silvia, de 29 años, tiene dos hijos, es la propietaria de La Gioconda -especializada en trajes de novia y fiesta- y da empleo además a otras seis personas.

Su meteórica trayectoria profesional y empresarial ha estado marcada por el esfuerzo y el sacrifico. «Es difícil conciliar», dice. Silvia denuncia que hay pocas ayudas para las empresarias. «Estamos desamparadas, hay protección para las empleadas, las desempleadas y nos olvidamos de que la pequeña empresaria también es mujer trabajadora. He tenido que pagar 1.600 euros cuando mis dos hijos eran pequeños entre guarderías y una persona que cuidara de ellos. No me compensaba trabajar. Además he dado a luz prácticamente en la tienda, porque yo no puedo darme de baja. Si no fuera por la pasión que siento por mi trabajo habría tirado la toalla. La autónoma no tiene baja por maternidad ni nada», lamenta.

Melero recuerda los primeros años de vida de sus hijos, que actualmente tienen tres y cinco años, como duros, pero se siente satisfecha. «Le estoy muy agradecida a la asociación Amupema, me respaldan y me animan», destaca.

Y es que esta joven montó su firma hace cinco años, en plena crisis económica. Además le ha coincidido con el nacimiento de sus dos hijos. Poco a poco y esfuerzo tras esfuerzo amplió el proyecto además a un local colindante, por lo que el negocio no para de crecer. Su secreto, dice, es tratar bien a sus empleadas y hacer que cada una de sus clientas se sientan especiales, que todo sea perfecto para ese día tan importante de sus vidas.

Silvia estudió Turismo pero tras trabajar en el sector decidió montar su negocio. La idea le vino al preparar su propia boda, hace ahora siete años. Dice que no encontró la atención que buscaba y quería proporcionarla. Además desde los 13 años ella ya colaboraba con otros negocios familiares como La Creación y Bambino, por lo que sabía con lo que se andaba.

«Intento hacer partícipes a mis hijos de lo que hago y vienen a desfiles, a la tienda y lo que haga falta», dice. Anima al resto de madres trabajadoras a que no se sientan culpables. «Yo soy muy feliz trabajando y muy feliz cuidando a mis hijos. Procuro que el tiempo que les dedico sea de calidad, no se trata de ponerles la televisión y estar con ellos así cinco horas», concluye.

María José cambió de trabajo. Asegura estar muy satisfecha con su decisión, pero la realidad es que ha tenido que elegir. María José González Imbroda tiene tres hijos varones de siete, cinco y un año. Es economista y trabajaba en una empresa auditora en la que tenía que viajar mucho. «Era incompatible con tener niños porque mi marido también viaja mucho. Uno de los dos tenía que bajar el ritmo y he sido yo. Yo quería estar ahí, quiero estar con mis hijos», comenta.

Ahora trabaja como autónoma en su oficina para diversas empresas familiares. «Hay una persona que me ayuda en casa, pero aún así estoy todo el día corriendo», dice. María José deja a los niños en el colegio, se va al trabajo, come algo en la oficina y a las cinco menos cuarto sale de nuevo en busca de sus hijos. Luego deberes, baño, cena, a acostarse y vuelta a empezar. «Compro la verdura y la fruta por teléfono en una verdulería que hay abajo de la oficina y me la traen. Para ir al súper salgo antes del trabajo o también lo pido y me lo llevan a casa», dice.

«Da pena que al final tengas que sacrificar tu vida laboral, pero ahora para mí el trabajo está en un segundo plano. No me gustaría que mis hijos se criaran solos», señala. La vida de la madre trabajadora es complicada, admite. Trabajo, casa, compras, actividades extraescolares, cumpleaños... la agenda no tiene fin. «El padre me ayuda también lo que puede y lo que le permite el trabajo. No me quejo, él es un padrazo», dice. «Hay veces que te da la sensación de que vas apagando fuegos y parece que no terminas de hacer bien nada», subraya.

Isabel, comprometida. Isabel Delgado tiene 33 años y montó su clínica de Fisioterapia Aquiles, en el camino de Suárez, con 25. Tiene un hijo de cinco años y, además, es miembro activo de la Asociación de Mujeres Empresarias de Málaga (Amupema) y de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE). «Estoy metida en un montón de proyectos. Creo que lo tengo que hacer para que cambien cosas y el sistema favorezca a las madres empresarias que lo pasamos muy mal. Me siento comprometida para intentar cambiar la situación», declara.

«Tuve a mi hijo cuando tan sólo llevaba tres años con la empresa. El niño tenía 30 días cuando retomé mi trabajo. Me traía al niño a la oficina y le ponía el parque, le daba el pecho entre paciente y paciente. Los propios pacientes también me ayudaban. Me considero una persona muy afortunada», reseña.

«Si no trabajo no tengo ingresos y los gastos son los mismos, además mi negocio consiste en que das un servicio muy personal», dice Delgado. Abre la clínica cuando deja a su hijo en el cole y, además, cuenta con la ayuda de su madre y del padre del pequeño.

«La conciliación no ha mejorado. Yo tengo pacientes que son mujeres y me cuentan cada una sus malabares. Somos malabaristas», comenta. «No quiero tener un sentimiento de culpa porque no me lo merezco, así que ése pensamiento lo destierro. Me quejo con fuerza y con ilusión por cambiar las cosas. Mi hijo se va a cumpleaños o a montar a caballo y mi madre me manda fotos con el móvil. A veces te duele, renuncias a cosas, pero por eso estoy en la asociación, para intentar cambiar algo», subraya.

Un empresario concienciado. Asunción Luque Rodas tiene 40 años está casada y tiene una niña de ocho años. Es licenciada en Ciencias Biológicas y estuvo años trabajando en una multinacional, pero el laboratorio se trasladó a Sevilla y Asunción, a la que le ofrecieron un puesto, tuvo que renunciar para cuidar a su hija.

«Mi marido se traslada muchísimo por temas de trabajo y con él no puedo contar», comenta. Asunción tras dos años en paro ha logrado un empleo en Clinicosta, en San Pedro de Alcántara, donde es coordinadora técnica de calidad e higiene. «Mi jefe cree en la conciliación y yo trabajo sólo por las mañanas. Es de los pocos empresarios que tiene esa visión», ensalza. «De hecho, vivo en Málaga y la clínica está en San Pedro y mi jefe me ha adaptado el horario para que pueda dejar a la niña en el colegio y recogerla después». «Soy muy afortunada. A mí me tiene contentísima y además muy motivada porque estamos sacando proyectos nuevos. Mi jefe logra que te impliques en la empresa y que no vayas a trabajar y punto porque además valora tus ideas y tus aportaciones», dice.

Gracias a este empresario y su compromiso con la conciliación, puede trabajar y llevar además a su hija a las actividades extraescolares y a piano. «Mi marido, Jesús, también me ayuda», concluye.