Con crisis o sin ella, la muerte sigue llegando a la población. Nada condiciona al descanso eterno, el rodillo más inexorable de la naturaleza. Junto a esta realidad camina la creencia de que las funerarias son uno de los negocios más seguros por el hecho de que la ley exija un ataúd por persona, pero la crisis no perdona a nadie.

Para empezar, porque los familiares de los fallecidos, como en cualquier otro tipo de gasto, miran cada vez más por sus bolsillos. «Es lógico. Ante un presupuesto más ajustado, las familias visitan más funerarias, comparan precios y productos hasta que finalmente se quedan con lo que más les conviene», asegura Víctor Humanes, director de comunicación de Grupo AVS, firma con una amplia presencia en Málaga y que asegura que el gasto medio ha pasado ha pasado de los 3.500 euros de hace unos años a los 2.000 en las vacas flacas. A partir de este precio, no hay techo para los precios. Desde los 500 euros extras para arrojar las cenizas al mar hasta los 50.000 o más que se han llegado a gastar en un entierro.

El sector no obvia los apuros de las familias y busca fórmulas para facilitar el pago a sus clientes. La más demandada es la de toda la vida, aunque ahora se da más. El pago, fraccionado. «En nuestro caso, se ha notado mucho hasta el punto de que contamos con una empresa dedicada a financiar nuestros servicios», explica Humanes, quien añade que el mínimo es de nueve meses y el máximo de cinco años. La tendencia, según el experto, es que los clientes busquen los plazos más largos para afrontar cuotas más pequeñas.

Sin embargo, donde las funerarias arriman más el hombro es a la hora de amortiguar el IVA del 21% que impuso el Gobierno en el sector a principios de mes. «Ha sido una media dura, pero nuestra apuesta es asumir el impuesto cuando se trata de particulares», asegura Humanes.

Sin bajar la calidad. Esta es la misma filosofía que aplican en Grupo Sur Gestiones Funerarias, empresa localizada en el Polígono Guadalhorce. Su responsable, Javier Jiménez, que también ha notado cómo los ciudadanos se han apretado el cinturón a la hora de enterrar a los suyos, se suma a «camuflar» el IVA sin bajar la calidad. «Nos hemos visto obligados a bajar los precios pero sin bajar la calidad de los ataudes. Nosotros seguimos trabajando la madera y no el conglomerado», abunda el empresario. Según Jiménez, las cuentas cuadran porque los responsables de la empresa se encargan de todos los detalles: «Desde coger el teléfono, hacer el papeleo hasta conducir el coche fúnebre».

Seis de cada diez españoles, con seguro. Los empresarios consultados coinciden en cómo la crisis provoca que las familias ajusten más los presupuestos y, a la postre, se decidan por un funeral más austero. «Con esta situación económica lo habitual es que descarten muchas flores, las misas o los recordatorios», afirma el empresario de Grupo Sur, Javier Jiménez. Víctor Humanes, de AVS, coincide, aunque añade que otros muchos clientes se inclinan por ir sumando servicios a medida que pasa el tiempo: «En muchos casos los clientes buscan cubrir los servicios más urgentes, empezando por el ataúd». Son entierros sencillos y con el tiempo van adquiriendo otros servicios, como recordatorios, diamantes de pelo, etcétera.

Los que tienen menos problemas, por ahora, son los que están asegurados. Según los datos aportados por la Asociación Funeraria de España (Afues), seis de cada diez españoles tienen contratado un seguro de cobertura de fallecimiento. Su presidente, Lucio Gabriel, asegura que «las aseguradoras no repercutirán la totalidad de la subida del IVA en sus contratos para evitar una disminución de clientes». Por ello, muchas de estas empresas de seguros están intentando «negociar con las funerarias la subida del IVA para que asuman una parte», dice Gabriel.