­El miembro de la Unidad de Neurología Cognitiva y Afasia del Centro de Investigaciones Medico Sanitarias (CIMES) de la Universidad de Málaga, Marcelo Berthier, ha asistido como ponente en el último mes a dos congresos científicos celebrado en Alemania en los que presentó sus estudios clínicos realizados con pacientes de ictus. El tratamiento, que consiste en el uso de un fármaco y una rehabilitación intensiva, ha incrementado la recuperación del habla y en el entendimiento del 70% de los pacientes tratados.

Berthier explica que esta unidad del CIMES lleva una década tratando a pacientes con afasia secundaria a ictus, y para ello han empleado medicamentos específicos para el alzheimer. «La ventaja de esto es que el medicamento potencia los beneficios que se obtienen con la rehabilitación, que de por sí es eficaz, pero si se le agrega el fármaco, los beneficios son más rápidos».

Este tratamiento, pionero a nivel mundial, emplea el donepezilo, actualmente en uso para personas con problemas de alzheimer y que, tras aplicarlo a pacientes con afasia, constató que mejoraba el lenguaje. El equipo comenzó a utilizar este medicamento en 2003 y el resultado fue «una grata sorpresa». Dentro de los más de 70 pacientes tratados, hubo resultados satisfactorios en más del 70%.

Según el neurólogo, la rehabilitación en personas con afasia comienza a revertir beneficios a los seis meses de comenzar a emplearla. Pero con su hallazgo, comenzaron a verse a las diez semanas. «Los pacientes mejoran rápido, son unos resultados muy interesantes».

Además, reconoce que se reducen mucho los costes, porque la rehabilitación se da de manera intensiva. «Damos dos semanas de rehabilitación intensiva, tres horas por día de lunes a viernes con una técnica que se llama regia -rehabilitación grupal intensiva de la afasia-».

Antes del mismo, los pacientes comienzan a tomar el tratamiento a diario y luego se le agrega la rehabilitación una vez se estabiliza el medicamento. Así, explica que en el último estudio junto a Rocío Juárez Ruiz de Mier, han tratado a diez pacientes, de los que mejoraron ocho. «Está en vías de publicarse, no hay gran diferencia pero es la primera vez que se aplica la técnica, es más intensiva que la rehabilitación anterior ya que esta dura dos semanas. Mejoran más, en lenguaje y comunicación, el estado de ánimo y la motivación y otro aspecto muy importante es que les mejora la calidad de vida», apunta.

El neurólogo asegura que, dado lo importante que es poder comunicarse en la vida diaria, se marcaron la meta de poder ayudarles. Así, asegura que después del tratamiento, continúan teniendo dificultades pero tienen más motivación, menos miedo e inhibición.

Por ello, han utilizado estudios de neuroimagen con los especialistas Antonio Gutiérrez y Natalia García, para ver el estado del cerebro antes, durante y después del tratamiento. Estas resonancias magnéticas determinaron un hallazgo, según Berthier, «fascinante».

«El fármaco modifica el tamaño del cerebro y aumenta la corteza cerebral. Estos cambios son más robustos cuando utilizas el medicamento y la rehabilitación. En dos semanas estás cambiando la arquitectura del cerebro. A los pacientes se les puede decir no sólo que van a mejorar, sino que a pesar de haber tenido un ictus, su cerebro tiene plasticidad. Cambia como cuando te entrenas para adquirir una habilidad».

De este modo, afirma que, pese a tener una media de treinta meses desde que sufrieron el accidente cerebrovascular, mejoraron. Por eso explica que este tipo de enfermos solo mejoran cuando se les practica una intervención por lo que, si no se les hace, el cerebro por sí mismo llega a un tope. «Nosotros los sobreestimulamos para buscar capacidades residuales del cerebro. Esto existe en sujetos normales, nuestro cerebro cambia continuamente, aunque en un paciente con ictus la capacidad de cambio puede ser menor».

El reto de este grupo de trabajo es, a partir de ahora, empezar a utilizar otro fármaco que también se emplea para tratar el alzheimer. «Son dos medicamentos que funcionan individualmente, por eso queremos combinarlos con la misma terapia que hemos creado porque creemos que tiene un mecanismo de acción diferente y combinándolos sus resultados serán mejores».

Marcelo Berthier también estudia empezar a hacer análisis en animales -como roedores- para poder demostrar los mecanismos íntimos de las células. «El modelo experimental dará una idea muy clara de qué pasa si se produce un ictus en este proceso».

Aunque de momento el tratamiento está en fase de investigación y no asistencial, trabajan con pacientes reales que les son derivados desde la Asociación de Afásicos de Málaga (Afama) o a través de anuncios. Han tratado a personas de toda España y aconseja a personas de países latinoamericanos a través del correo electrónico. Aunque admite que le gustaría que pueda emplearse pronto en la sanidad pública, lamenta la conocida como barrera traslacional: el tiempo que tarda en llegar al laboratorio y de ahí a la asistencia. «Con mucho gusto estamos dispuestos a asesorar a cualquier persona que lo padezca. Es nuestra misión no restringir las ayudas».