La cantante Isabel Pantoja genera adhesiones inquebrantables o todo lo contrario. Es una mujer defendida con uñas y dientes por su círculo íntimo, su guardia pretoriana, o criticada al extremo en los medios. Ayer, sus ayudantes y amigas, sus consejeras, dieron la cara por ella en el juicio que se sigue contra la cantante, Julián Muñoz y Mayte Zaldívar por blanqueo de capitales en la Audiencia de Málaga. Así, afirmaron que el exregidor no le dio dinero a la artista durante su relación, y destacaron que él no estaba autorizado en sus cuentas.

Teresa Pollo, amiga y asistente de la cantante, fue señalada por ésta durante su declaración como la persona que hizo varios ingresos de 3.000 euros en efectivo en una de sus cuentas, lo que los investigadores consideran un indicio de lavado de dinero. Ésta aseguró que Pantoja cobró 40.000 dólares de una actuación en el extranjero, que se ingresaron fraccionados, tras cambiarlos a euros, porque el director del banco así se lo indicó, de tal forma que no pareciera un ingreso de Pollo.

Ésta reconoció que ella era la persona autorizada en las cuentas de Pantoja, y que hacía los ingresos en efectivo que la artista percibía por determinadas actuaciones. También controlaba otros negocios de la tonadillera. Eso sí, Muñoz no aportó jamás suma alguna a los fondos bancarios de la cantante, «más bien al contrario».

Pollo llevaba, por ejemplo, el complejo hostelero que la cantante tenía en Fuengirola, Cantora. «Era prácticamente los ojos de la dueña en sus negocios», dijo, y explicó que allí se hacían fiestas privadas, celebraciones y otros eventos. Ella no miraba euro por euro el dinero, sino que cogía lo que había en la caja y lo ingresaba donde fuere.

También declaró ayer María Navarro, representante de la artista sevillana, quien coincidió con Pollo en destacar que ésta solía tener dinero en metálico en casa. De hecho, Pantoja afirmó en su declaración que ella pagó el apartamento del hotel Guadalpín con más de 300.000 euros que tenía en metálico en su vivienda.

Navarro desdibujó el papel que Julián Muñoz jugó en el entorno de la artista. Él percibía un sueldo, pero su ayuda era «leve». Es decir, la representante era ella, llevaba el peso de las contrataciones de la artista, pero el exregidor se ocupaba de cosas tales como comprobar que el camerino estaba a su gusto o si el catering era el adecuado.

Por cada gala, la cantante sevillana cobraba entre 60.000 y 80.000 euros. En definitiva, Pollo y Navarro confirmaron punto por punto lo dicho por Isabel Pantoja.