Con una luz cálida, simulando una capilla, se encuentran arropadas las dos obras de Pedro de Mena en el Museo Revello de Toro, donde estarán durante dos meses.

"El Ecce Homo y la Dolorosa vuelven a su taller", así es como Elías Mateo, director de la pinacoteca y del MUPAM, ha presentado esta mañana las dos imágenes, junto al alcalde, Francisco de la Torre, y al concejal de cultura, Damián Caneda.

Ambos bustos fueron regalados por Pedro de Mena en el año 1675 a la Abadía del Císter, donde se encontraban sus hijas ingresadas y donde él mismo fue enterrado. "Pedro de Mena fue un hombre muy religioso que lo plasmó sobre sus hijos. El Ecce Homo y la Dolorosa forman un solo grupo, por eso hemos querido que vuelvan", aseguró el director del MUPAM.

La casa-taller, que fue restaurada para exponer las obras del autor, albergará durante dos meses las dos joyas tras la intervención de la Comunidad de Religiosas Cistercienses de Monasterio de Nuestra Señora de la Anunciación de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) para ceder las imágenes. "Nos alegramos de que el museo siga con su andadura. Este taller queda hoy reconocido y homenajeado con estas dos obras", afirmó De la Torre.

Según ha asegurado Elías Mateo, Pedro de Mena fue perfecto en dos cosas: la talla y la policromía. El Ecce Homo representa a un cristo vejado y azotado que apela a los valores impactantes de la imagen de piedad y la ostentación de las heridas. Y lo que destaca en la Dolorosa es que reclama la atención hacia el rostro y las manos entrelazadas. Ambos puntos focalizan la atención dramática del dolor. Otra de las características que llaman la atención en las obras de Mena está en el manto de la virgen, el cual tiene muy poca materia pictórica.

Como dato curioso, Mateo ha destacado el hecho de que la Dolorosa es el retrato de su mujer Catalina. "Es su reflejo a su amor, fidelidad y devoción", ha afirmado.