El misterio fue desvelado. La Virgen de la Trinidad Coronada apareció deslumbrante ayer por la noche, tras una conferencia del restaurador en la que desgranó el estado en que se encontraba cuando llegó a su taller. Han sido seis meses de trabajo que han dado como resultado que el rostro de la sagrada titular de la cofradía del Cautivo recupere la antigua luminosidad de su rostro, perdida por las capas de suciedad acumulada.

El restaurador sevillano Enrique Gutiérrez Carrasquilla ha sido el autor de este trabajo, que ha devuelto el esplendor a la imagen de Buiza. Así se aprecia a un primer vistazo, en el que la policromía vuelve a su estado original y los rasgos de la imagen aparecen mucho más suavizados. Pero sobre todo, recupera expresividad, el «pellizco» de la mirada.

Pero la actuación de Gutiérrez Carrasquilla ha ido mucho más allá de lo que se aprecia a primera vista. Su actuación también ha permitido reintegrar la policromía en las zonas donde había perdido parte de la pintura, sobre todo por los alfileres que se utilizan al vestirla y que no se suelen ver por ir tapados por la ropa.

De hecho, los mayores daños en la policromía estaban en las sienes, frente, cabello y cuello, que suelen estar tapadas por la ropa. Los picotazos de los alfileres es el principal problema que tenía la imagen, a la que también se le han realizado unas pestañas nuevas -las anteriores estaban muy deterioradas- y se le han limpiado las lágrimas de su rostro.

La actuación de este restaurador sevillano también ha permitido cambiar el sistema de sujeción de la corona, que se había quedado obsoleto,y un nuevo sistema de articulaciones para brazos y muñeca. El anterior juego de articulaciones estaba realizado con espigas de madera que habían dado de sí y perdido la capacidad de sujeción, por lo que había que amarrar los brazos cada vez que salía en procesión. La renovación de este sistema ha consistido en la instalación de articulaciones de acero inoxidable, mucho más duradero.

Otra de las novedades que presentará la Virgen es una devanadera nueva, en concreto la parte del candelero -de cintura para abajo-, ya que el anterior era muy endeble. Ahora lleva una estructura reforzada y con los ensambles con espigas de madera para que no dañe la ropa.

La Virgen estaba ataviada con una saya que ha sido pasada por Joaquín Salcedo del tisú de plata original a tisú rosa palo, descubriendo piezas originales de Elena Caro, provenientes de una saya que no terminó. También estrenará un encaje de Bruselas de principios del siglo XIX.