­El tráfico es muy denso. Los coches se aglomeran formando unas largas colas que parecen no tener fin. El humo de los tubos de escape forma una densa nube que se pierde en el horizonte. El ruido de los motores lo interrumpen los pitidos de los conductores. Apenas avanzan y se desesperan. Los que mejor lo tienen son los motoristas. Pueden sortear las largas colas, aunque los accidentes se repiten casi a diario.

Son las siete y media de la mañana y esta escena se repite a diario en la avenida José Calderón, la única calle que atraviesa al distrito de Campanillas. Es hora punta para los empleados del Parque Tecnológico. Aproximadamente 15.000 personas se dirigen a sus puestos de trabajo, casi todos en su propio vehículo. La única manera de llegar es a través de la avenida José Calderón, una estrecha calle de dos sentidos que conecta la hiperronda con el PTA.

Los habitantes de Campanillas llevan soportando esta situación durante muchos años. Para ellos, la solución es muy simple. Ampliar el metro para que llegue a Campanillas, concretamente hasta el PTA. La línea número uno, tal y como está proyectada ahora mismo, finaliza su tramo en el campus universitario de Teatinos. La Asociación de Vecinos de Campanillas reclama lo que para ellos fue una promesa electoral. «En 2007 PP, PSOE e IU nos aseguraron que el metro iba a llegar a Campanillas», se queja un miembro de la asociación, Ricardo Fombuena. Piensan que una conexión directa con el metro descongestionaría mucho la situación, ya que muchos trabajadores optarían por el transporte urbano. Opinión justificada, si se tiene en cuenta la demanda de los propios trabajadores. Llevan años denunciando los graves problemas de tráfico que sufren a diario para llegar al PTA. 45 minutos de media para un tramo de apenas dos kilómetros.

Que un parque tecnológico, la supuesta joya de la corona de cualquier ciudad, esté conectado de la mejor manera posible, no parece una idea descabellada. Así también lo debió pensar la Junta de Andalucía, cuando en el año 2002, dio luz verde para que la línea uno del metro llegara hasta el PTA. Esta intención se materializó en el 2007. Se le adjudicó a la UTE formada por Cemosa y Proser la redacción del proyecto para este tramo con un presupuesto total de 921.500 euros, a desarrollar en un plazo de doce meses.

A finales de 2008, la propuesta inicial de pasar el trazado por la avenida José Calderón quedó paralizada. El PGOU de ese mismo año planteó un rodeo que llevaría el trazado a la futura zona de expansión de Campanillas, entre el actual núcleo y la autovía». Desde entonces, silencio. «Lo de la modificación del trazado no fue más que una bomba de humo. Ellos ya sabían que el metro no iba a llegar hasta Campanillas. Con la excusa de que no hay dinero se lavan las manos», se queja Carmen Fernández, otra vecina de Campanillas que sufre a diario el caos de los coches. Ella sabe bien de lo que habla. Lleva a su nieta todos los días a la escuela. El IES Torres del Prado se encuentra en la paralela a la avenida José Calderón. Los trabajadores que pueden, tiran por esta calle para evitar las colas. El resultado es que ésta también se colapsa. Los niños tienen que sortear todos los días las filas de coches para entrar al instituto. El peligro se palpa a diario.

El distrito de Campanillas cuenta ahora mismo con unos 17.000 habitantes. Con la última ampliación del PTA y la esperada recuperación económica, el número de trabajadores aumentará, y con ellos los coches. Aparcar dentro de Campanillas se ha convertido en una quimera. Muchas zonas del PTA son de pago. La barriada de Santa Rosalía Maqueda se ha convertido en la solución para esquivar la zona azul. Los vecinos no entienden como un desarrollo urbanístico como el de Campanillas -el PGOU actual prevé que Málaga quedará unida a Cártama-, no ha podido ir acompañado de la correspondiente evolución a nivel de infraestructuras. La carretera que lleva a la ampliación del PTA, donde se ubicarán las empresas de tecnología punta, es un camino rural rodeado de girasoles.

Los vecinos de Campanillas insisten en su idea de traer el metro para descongestionar la actual situación. Pero ven como su propuesta se está descarrilando. «Falta simplemente voluntad política. ¿Qué cuesta ampliar la línea desde Los Asperones hasta aquí? Sólo pedimos tres kilómetros de metro en superficie para arreglar este problema», se lamenta Salvador Aranda, otro vecino. El concejal del Distrito Campanillas, Luis Verde, apoya a los vecinos en su lucha. El metro le corresponde a la Junta de Andalucía. De la construcción de una carretera que dé entrada directa al PTA, no quiere saber nada. Los vecinos de Campanillas reclaman soluciones y no entienden tanta pasividad ante las promesas electorales incumplidas. Difícil. La política es el acto de tragar sapos sin hacer gestos.