­Malagueño formado en Nueva York y especializado en Barcelona, el doctor Gil es coordinador de la Unidad de Psicooncología del Hospital Duran i Reynals, donde enseña a médicos sobre la importancia de dar soporte a los pacientes con cáncer y dónde se enfrenta día a día a la enfermedad. Asegura que dar sentido a la vida es clave para superar o aprender a vivir con cáncer.

El cáncer es, a día de hoy, la enfermedad más temida por la sociedad pese a que se conocen los buenos resultados de muchos tratamientos. ¿Qué opina?

Es que el cáncer es algo propio. Entendiendo que nuestra esperanza de vida es de 85 años sabemos que una de cada dos personas va a tener cáncer. Verlo como ajeno es absurdo. Hay un gran desconocimiento sobre la curación del cáncer, que es de entre el 50 y el 60%. El objetivo es alargar la supervivencia con calidad de vida. Junto a las enfermedades cardiovasculares es la más prevalente, se emplean muchos recursos sanitarios para su tratamiento. El boom de supervivencia en cáncer se ha recogido como una identidad propia, se ha trabajado mucho en el crecimiento personal y en supervivencia, incluso de los no curables. Se ha tomado una dimensión del concepto de la espiritualidad como algo propio que da sentido a la vida. Un estudio refleja que en 1995 sólo el 50% de los pacientes con cáncer utilizaban esta palabra y lo conocían. Hace tres años era del 100%. Tiene que ver con la mayor capacidad de información y comunicación y que la enfermedad está más abierta.

¿Por qué la gente relaciona la palabra cáncer con la muerte?

Porque en cierta medida muchas familias tienen experiencia de muerte por cáncer o de amigos o conocidos. El cáncer rompe las creencias básicas de tu vida, no te sientes tan seguro, eres más vulnerable, cambian tus relaciones... Es importante el objetivo y que la gente esté informada. Tenemos tendencia a ser negativos, el diagnóstico crea incertidumbre y amenaza. No es una asociación errónea pero si exagerada. Muchos casos se curan.

¿Están los especialistas preparados para anunciar una enfermedad de esta envergadura?

Yo creo que si, pero depende de qué especialistas. Los especialistas oncológicos sí están formados. Es cierto que otras especialidades médicas intentan evitar dar información y se deriva a los oncólogos porque es una situación comprometida. Siempre les decimos a los médicos que formamos que hay que informar con tiempo, si no, no. Hay que contener la emoción y responder a las preguntas, 15 minutos no es suficiente, esto es lo más importante. Muchos rehuyen el coste emocional, dedicarle más tiempo o tener fatiga por compasión. Estar expuesto a situaciones así te satisface, pero también te agota.

Uno de los talleres que van a dar es cómo comunicar el cáncer con inteligencia emocional. ¿Cómo debe anunciarse?

Se habla mucho de la inteligencia emocional. Está relacionada con la capacidad emocional, la empatía, la capacidad de que el profesional se sienta como la base segura, tener la capacidad de dar información y habilidades de gestión de las emociones. Se habla de la psicoterapia centrada en la persona, en un programa de ayuda de formación a los médicos. Se deben contener las emociones, hay que saber ponerse en el lugar, empatizar y dar soporte.

¿Cómo deben afrontarlo los pacientes?

Lo importante no es sólo la información. El equipo ha de darse cuenta de que no se gestiona información sino esperanza. No hay que crear falsas esperanzas, pero tampoco romperlas. Toda enfermedad es tratable, la vida tiene sentido a pesar de que el pronóstico no sea curable. Lo peor es cuando no le das sentido a tu vida. Hay que saber transmitir optimismo y tener en cuenta que el ser humano tiene capacidad de resistir y afrontar situaciones así, es importante que una vez que haya un médico de referencia, se le provea de esperanza siempre orientada al diagnóstico. La vida tiene sentido aunque tengamos un pronóstico pobre de días.

A menudo no solo necesitan ayuda los propios enfermos de cáncer, sino también su familia.

La pregunta es quién cuida al cuidador. A veces el enfermo quiere hablar pero la familia no puede. La idea no es que la conversación circule siempre alrededor de eso, pero debe ser capaz de responder y atender. A veces el paciente está en soledad. La familia necesita mucha ayuda de todo el proceso, lo más importante es que haya una comunicación fluida y que se normalice la palabra cáncer en la familia. Hablar de los tratamientos, colaborar con el equipo médico y que no haya una claudicación familiar. En un ingreso lo que más valora un enfermo es la compañía.

Muchos pacientes deben recurrir a los cuidados paliativos.

Es la unidad donde más intervenimos nosotros. Primero lo hacemos en el momento del impacto, luego cuando el paciente está libre de la enfermedad, que es cuando está más triste porque toma conciencia de lo que ha pasado. La otra parte difícil es la recaída y el momento final de vida. El objetivo es que el paciente muera en paz y evitar duelos complicados o patológicos del familiar.

La parte más difícil.

Sin duda, porque la muerte siempre es temprana, quedan temas pendientes, se firma el documento de voluntades anticipadas y a quien se delega la decisión...Es un momento delicado e íntimo, como la pauta de sedación. La despedida y el cierre son momentos muy delicado.

¿Qué miedos suele presentar este tipo de paciente?

Aparte del miedo a morir, que es lógico, el paciente tiene miedo a la pérdida de identidad y a la de la imagen corporal. También al abandono de la familia y sobre todo, al sufrimiento, al dolor y a la pérdida de la capacidad funcional.