Dirk López D´Hont está acostumbrado a las caras de asombro, a las exclamaciones de sorpresa y a las miradas de fascinación. Hace poco, visitantes de Almería que llegaron en microbús entraron en el local en el que se conserva el grueso de la colección Miguel López Mateo-Museo Marítimo de Málaga y se repitieron las exclamaciones de sorpresa y las felicitaciones.

La colección, formada por unos 400 objetos de la historia naval española y occidental, se encuentra en la casa que el padre de Dirk, el malagueño Miguel López Mateo, fallecido en julio del año pasado, tiene en Málaga. Trajes de buzo, timones de yates, lámparas, redes centenarias, maquetas, maquinaria naval del siglo XIX, astrolabios...

Todos estos tesoros, que habrían causado la envidia del escritor y marinero Joseph Conrad, fueron recopilados durante casi 70 años por Miguel López Mateo. La pieza más antigua la forman unos flotadores de vidrio para artes de cerco. «Los tiene mi padre desde que tenía seis años, es del pesquero de mi abuelo. Todavía tienen agua de mar dentro. Ese agua puede llevar ahí 90 años», calcula Dirk López D´Hont.

Localizados en media Europa, muchos de los objetos navales son piezas que querría cualquier museo. De hecho, en los últimos siete u ocho años la colección se ha enriquecido con unas cien piezas más, con curiosidades como el último diario de bitácora del buque catalán María Mumbrú, hundido en Madeira por la marina prusiana el 17 de diciembre de 1917. «El capitán se quedó en tierra avisado por el cónsul alemán», señala el responsable de la colección, que cuenta que en seguida apareció el buque gemelo Joaquín Mumbrú para rescatar a los marineros. El Museo Naval de Barcelona se ha interesado por esta auténtica pieza de museo.

Como explica Dirk, la maquinaria naval es casi toda extranjera porque eran las casas inglesas y alemanas, y más tarde de otras nacionalidades, las que tenían copado el mercado. Sin embargo, la colección cuenta con una completísimo abanico de piezas relacionadas con la pesca en Málaga. «Cosas de pesca, todas. Mi padre ha guardado las primeras redes que se utilizaban de abacá (una planta textil de origen filipino), algodón y esparto y todos los tipos de pesca: desde el palangre a la red de arrastre, red de traíña... todas las artes de pesca».

El continuador de la colección ha recibido ofertas de la Unión Europea y también de algunos rincones de España pero su propósito, como el de su padre, es que permanezca en Málaga y pueda ser expuesta al público algún día.

Para Dirk López D´Hont, podría ser la base con la que iniciar un Museo Marítimo de Málaga, que bien podría comenzar con un local en el puerto, emplazamiento que considera el más lógico. «Amberes tiene uno de los mejores museos navales de Europa pero empezaron con un pequeño local y ahora tienen un edificio de siete plantas», plantea. Sevilla, por cierto, también va a poner en marcha un museo naval en las antiguas atarazanas «y lo único que tiene es lo que hay en la Torre del Oro», informa. El Museo Marítimo de Málaga, por contra, tiene una base más amplia con la que empezar a navegar.