Formado en sistemas de computación y en economía, el responsable de la Facultad de Turismo es, desde hace años, uno de los grandes cerebros de la planificación de la industria en Andalucía. Su presencia en foros y proyectos como el Consorcio Qualifica, que persigue la renovación de la Costa del Sol, se compagina con una reflexión sesuda y científica sobre la evolución de los clientes y de la oferta. En la conversación, advierte de los cambios que amenazan a la actividad y pone en órbita alrededor de fenómenos, tecnológicos y sociales, que han desembocado recientemente en la aparición de conflictos como los del barrio de La Barceloneta, donde los vecinos se han rebelado contra los apartamentos ilegales y el turismo festivo y de baja calidad.

La provincia ha retornado a la senda del crecimiento. ¿Habrá nuevos sobresaltos o la crisis es ya y de manera definitiva cosa del pasado?

Tanto la Costa del Sol como la capital han experimentado un despegue importante en los últimos meses, pero no hay que perder de vista el peso del turismo de sol y playa y su condición estacional, que hace que la demanda caiga en noviembre y diciembre. Lo que sí es verdad es que la iniciativa pública y privada parece cada vez más concienciada en potenciar la oferta complementaria y demostrar que la provincia ya no es sólo un destino circunscrito al verano, sino un producto con una entidad más compleja y con más posibilidades. Se está trabajando en esa línea, aunque la caída, a corto plazo, es inevitable.

Los analistas sostienen que el futuro pasa de manera ineluctable por la calidad. ¿Está la Costa del Sol en disposición de mantener la exigencia?

La Costa es un destino consolidado y dispone de un gran abanico de empresas acreditadas con sellos de calidad. Lo que ocurre es que también existe una planta hotelera enorme, la mayor de Andalucía, y tanta oferta es imposible de mantener en exclusiva con turismo de alto standing. La calidad debe ser una prioridad, si bien es cierto que su consecución es más complicada que nunca porque se están produciendo cambios importantes en la industria. Especialmente, con la madurez de internet, que, al contrario de lo que todo el mundo cree, ha multiplicado la intermediación con una contrapartida en comisiones que afecta y mucho a la rentabilidad y a los beneficios finales de los establecimientos.

En algunos puntos como Barcelona el nuevo turismo, entendiendo por éste la incorporación de actores y transacciones no profesionales al sector, está empezando a generar problemas.

En ese aspecto, como en muchos otros, este año está resultando a nivel turístico todo un punto de inflexión. Hemos visto recientemente las protestas en la Barceloneta; en ese sentido no estamos hablando de un fenómeno ni mucho menos ajeno a la tecnología. Desde que a las compañías de teléfono les dio por ofrecer conexión en lugar de terminales por los contratos se ha socializado el acceso a internet. Y con ello han surgido nuevas comunicaciones y negocios; es lo que se llama turismo peer to peer (de igual a igual): gente que alquila su sofá, que ofrece distintos servicios y que lo hace normalmente a través de plataformas. Muchos, además, sin ninguna garantía legal y en la más absoluta clandestinidad.

La administración parece precisamente cada vez más inquieta por el alquiler pirata y la oferta en negro. ¿Se están dando pasos legales para su control?

En Cataluña, que siempre es pionera, y también en Andalucía, se están estableciendo medidas para obligar a este tipo de plataformas en la que se ofrecen los servicios a inscribirse en un registro y cumplir con una serie de criterios y requisitos de calidad. La dificultad estriba en que no se pueden poner puertas al campo. Y que en este tipo de movimientos, tan acelerados, el legislador suele ir irremediablemente por detrás. En Estados Unidos ya hay hoteles que se comercializan únicamente por peer to peer. Sin duda, son pasos que se van a dar y que afectarán al sector. Conviene estar preparado.

De momento, el turismo extrahotelero le está ganando la partida en cuanto a evolución al tradicional.

Sí, la diferencia en el crecimiento de los últimos seis años es importante. Y tiene mucho que ver con la irrupción de la tecnología. De alguna manera hay que regular ese campo. El escenario turístico es otro. La Costa tiene la ventaja de que es un destino que siempre ha sabido adaptarse bien a los cambios. Y eso estamos haciendo en proyectos como el Consorcio Qualifica, que, además de la parte de renovación arquitectónica, también aborda aspectos como la incorporación de la promoción a la tecnología.

Una de las dificultades históricas con las que ha tropezado la promoción es la tendencia a la atomización. Cada municipio, hasta hace poco, parecía hacer la guerra por su cuenta.

Eso afortunadamente está cambiando. Y debe tener su correlato en internet. En el Consorcio Qualifica llevamos años trabajando en una plataforma cuyo uso me gusta definir con el término de interoperatividad; es decir, se trata de una interconexión ubicua que permita al usuario obtener toda la información de la Costa del Sol y que no ocurra como hasta ahora, que en muchos casos todo se limita a la localidad en cuestión. Estamos desarrollando un gestor dinámico de paquete turístico. O dicho de un modo más claro, configurando un servicio para permitir al turista comprar toda su experiencia de vacaciones en internet-reservas y entradas incluidas- sin tener que pagar con la tarjeta más que en una sola ocasión.

Hablamos de futuro, pero muchos empresarios reivindican las ventajas de la touroperación tradicional.

Un modelo no excluye el otro, si bien es cierto que, pese a la convivencia actual, cada generación crece con su manera de estructurar sus vacaciones y eso admite, en general, pocos cambios en el futuro. Hay hoteles que confían en la touroperación porque les llena el hotel y que defiende tener un motor de reserva intermediario, aunque eso les suponga pagar el 20 por ciento en comisión por habitación. Cuando hablamos de mediación, en este caso, no nos referimos a una agencia de viaje, sino a grandes conglomerados de internet cuya utilización afecta incluso a la rentabilidad, porque funcionan como oligopolios y no admiten ciertos saltos de precio. El peso de este tipo de plataformas es tan grande que a veces resulta difícil buscar un hotel específico sin acabar pasando por su filtro.

Muchos especialistas creen que la oferta hotelera de la Costa del Sol es excesiva. ¿Hay margen de crecimiento suficiente como para satisfacerla e incluso pensar en una futura ampliación?

Ahora mismo, con el trasvase de turistas procedentes de países en conflicto, la oferta está siendo viable. En cualquier caso, un destino como el nuestro, con muchos puntos masificados, no debería crecer más. Distinta es la situación de la capital, que se ha instalado más tarde en el sector, pero zonas como Marbella, Estepona y Manilva tienen que tener en cuenta su capacidad de carga y no rebasarla en ningún momento. Sobre todo, en la ecuación de equilibrio que debe existir entre turistas y residentes.

Últimamente se habla de la posibilidad de matar a la gallina de los huevos de oro. Incluso, en el entro de Málaga, donde la densidad de establecimientos consignados al turismo empieza a ser, de acuerdo con los estudios, desmesurada.

El turismo no puede crecer indiscriminadamente. No se puede dar lugar al parque de atracciones. El Centro está muy bien para los que no vivimos allí, pero tiene que pensar en limitar su desarrollo. De hecho, sería interesante que se abriera turísticamente hacia la zona del Museo Thysssen, Andrés Pérez o Carretería. En el otro extremo, donde se ha concentrado la carga, ya no se puede ni pasar. Y en algún momento hay que parar, porque es peligroso. La gente viene a un destino porque quiere buscar cosas diferentes y cuando le ofreces lo mismo que en otro lugar deja de venir. Y eso está muy relacionado con la pérdida de habitantes.

La Costa del Sol creció gracias al buen hacer de profesionales espontáneos, con mucho oficio, pero sin apenas formación. Treinta años después, y con una facultad, el déficit idiomático sigue sin superarse.

La formación en turismo debe ser evaluada en España desde una perspectiva histórica. El problema siempre ha sido el intrusismo. Las actividades que engloba son tan amplias, con tantos niveles formativos, que es fácil que se confunda y que se piensa que un graduado en Turismo está obligado a ser especialista en restauración. Una de las claves quizá esté en que el turismo, pese a ser el gran motor de la economía española, ha tardado mucho en regularse a nivel formativo. Hasta el punto de que no llega a la universidad hasta 1995. La estructura no ha sido lógica. Tampoco en la creación de escuelas formativas por parte de las comunidades autónomas, que, en muchos casos, ni siquiera las hacían depender de educación, lo que constituye un gran error.

A pesar de que el turismo es el eje económico de la provincia, el grado universitario no parece tan renombrado como el de otras especialidades. ¿Se sienten ninguneados?

La Facultad de Málaga, en ese aspecto, es un referente. Estamos muy valorados en el exterior. De hecho, lideramos muchos proyectos a nivel nacional y vamos a ser el primer centro del país en desarrollar un posgrado en turismo y nuevas tecnologías. Afortunadamente, en nuestro caso, la UMA nos apoya. Pero es cierto que se ha tardado mucho en reconocer la labor.

La actual dirección de la Consejería de Turismo se planteó como objetivo diversificar los gastos y hacer partícipe a la iniciativa privada del desembolso en promoción. ¿Es el modelo de futuro?

La promoción debe apoyarse siempre en una colaboración público-privada. Lo que se debe buscar siempre es evitar, como sucedía hasta hace muy poco, que se dupliquen los esfuerzos. Y se ha dado un gran paso hacia adelante en ese aspecto. Como participante en diferentes foros, puedo dar fe del cambio introducido por la nueva Consejería de Turismo, que está apostando por aprovechar el talento existente en la propia administración y en la universidad, además del que corresponde a los empresarios y al resto de agentes del sector. La promoción debe incluir a todos. Y tener en cuenta un aspecto fundamental: el retorno de la inversión.

En Málaga pocos cuestionan la calidad de la enseñanza que se imparte a los futuros profesionales, tanto en lo que respecta a la facultad como a las escuelas de hostelería. Sin embargo, los trabajadores se enfrentan a unos salarios y contratos deficientes.

No es algo exclusivo de nuestra titulación. El mercado laboral no responde de manera proporcional y justa a los conocimientos que se han adquirido. Es una cuestión fundamental que conviene arreglar, porque tener personal bien formado y de calidad es el principal valor que puede tener una empresa. En cualquier caso, no creo que un empresario quiera pagar menos porque sí. No hay que olvidar que la mayoría de los hoteles de Málaga no pertenecen a cadenas. Es un proceso complejo, en el que intervienen variables como la rentabilidad y los beneficios empresariales. No obstante, en algún momento habría que estructurar esos beneficios e incluir en la mesa de negociación el reparto hacia los trabajadores. Es cierto que todavía el margen de rentabilidad en los hoteles es bajo; por eso es prioritario diversificar las ventas.

"La situación de La Cónsula es fruto de un diseño deficiente"

En los últimos meses ha saltado a la actualidad turística la situación financiera de la escuela de hostelería de La Cónsula y de otros centros afines como el CIO de Mijas. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

Los problemas del CIO de Mijas, entre otras escuelas, son una consecuencia de una estructura formativa que responde a un diseño histórico equivocado. Estoy muy a favor de La Cónsula, que forma y ha formado a profesionales de gran calidad. El problema es que la Consejería de Turismo se ha dedicado durante años a crear organizaciones formativas paralelas a la educación. O dicho de otro modo, que muchas de estas escuelas han sido competencia de departamentos distintos al encargado de regular las clases y eso, con la crisis, ha llegado un momento en el que es difícil de mantener.

¿Peligra el futuro del centro?

La Cónsula es una escuela consolidada, con muy buenos profesionales, y eso quizá indique el camino. Debemos apostar por mantener los centros que funcionan bien y al resto estudiar una fórmula que pase o no por su supervivencia. Es una pena que una escuela tan asentada y prestigiosa como La Cónsula se vea inmiscuida en esta situación. Pero son consecuencias de un planteamiento erróneo. Ahora por primera vez las competencias pasan a Educación. Todo ese tránsito, curiosamente, nunca se dio en otro ámbito de conocimiento: no existe, por ejemplo, una escuela de agrónomos dependiente de Agricultura.

Andalucía, con la Costa del Sol al frente, ha redoblado su ofensiva en los mercados emergentes. ¿A qué tipo de turistas debe dirigirse preferentemente la promoción?

El destino debe seguir trabajando en los países que tradicionalmente están enviando turistas. Sería un error capital descuidar a los mercados fieles, como los ingleses o los alemanes. Luego habrá que ir buscar turistas a países emergentes. Rusia, por ejemplo, requiere una actuación.

La provincia ha padecido durante años la fiebre del urbanismo desaforado. ¿Qué factura ha dejado en el sector?

Al turista que viene al hotel, de corte vacacional, no le ha afectado. Otra cosa muy distinta es la impronta en el mercado inmobiliario. En la Costa del Sol ya hay muchas zonas turísticas con apartamentos y viviendas vacías. Pero eso no influye en los resultados y en la necesidad que tenemos por delante de fidelizar a los turistas que han venido por la situación de inestabilidad que sufre el norte de África. Tenemos una oferta rica y complementaria. Y a veces no parecemos ser muy conscientes de ello.