Dios, Alá, Yavhé... El hombre, desde que es hombre, ha sentido la necesidad de creer. De comunicarse con lo trascendente, de pedir su amparo y protección en las tribulaciones y de agradecer su acción intercesora mediante rituales y ceremonias. Egipcios, griegos, romanos o nórdicos ya rezaban a Ra, Zeus, Júpiter u Odín, principales deidades mitológicas. Eran religiones politeístas íntimente ligadas con la forma de ser de las sociedades de su tiempo, pero que no podían convivir unas con otras. Esta incompatibilidad desde los orígenes ha quedado de manifiesto constantemente a lo largo de la historia en persecuciones y guerras santas. Y aún hoy hay países donde no existe libertad de religión y donde se multiplican los mártires por no renunciar a su fe.

En Al-Andalus se produjo un ejemplo de convivencia pacífica entre cristianos, musulmanes y judíos hasta que los últimos fueron obligados a convertirse por los Reyes Católicos. O eran ajusticiados o expulsados. En España todo esto ha cambiado, gracias a Dios.

Los denominados cultos minoritarios ganan cada vez más terreno en este Estado que la Constitución define como no confesional, aunque aún influido decisivamente por la tradición católica, donde hasta la llegada de la democracia la Iglesia gozaba de protección oficial y donde estaban prohibidas las manifestaciones externas de fe que no fueran católicas. En la actualidad hay voces laicistas que propugnan todo lo contrario.

La Iglesia se había alineado en el Régimen después de haberse sentido acosada durante la II República. Surge el nacionalcatolicismo y aún hoy la jerarquía católica está pagando sus consecuencias. La libertad de culto en España la logró Eisenhower tras visitar a Franco para permitir la llegada de los mormones que se iban a establecer en las bases aéreas norteamericanas de Torrejón y Morón. De ella se vieron beneficiadas las primeras comunidades judías y musulmanas que se hallaban en la semiclandestinidad. Los evangélicos, sin embargo, seguían sufriendo grandes prejuicios y casi eran considerados sectarios.

Hoy por hoy, Málaga es tierra plurireligiosa. Según los datos del último informe del Observatorio del pluralismo religioso en España, del Ministerio de Justicia, la provincia es la quinta española y la primera andaluza (con gran diferencia) con mayor número de confesiones. Además, el 30% de los lugares de culto no pertenecen a la Iglesia Católica y más de la mitad son, precisamente, evangélicos. Es quizás la religión minoritaria que ha experimentado un mayor crecimiento en los últimos años.

La religión católica está presente aún en muchos ámbitos de la vida diaria de los malagueños por razones culturales y sociológicas. No obstante, las otras religiones ganan cada vez más terreno. Y están todas representadas en una mesa interreligiosa que se reúne de forma periódica y que sirve para poner cuestiones en común. Hay quien asegura que el caso de Málaga es especial.

La evangélica, por ejemplo, según los datos que ofrece Natenael Frugoni, pastor y presidente de la fundación Renacer, en 1997 había censados 3.000 evangélicos en la provincia. En 2006 ya eran 7.000 y en la actualidad son más de 10.000 los residentes en Málaga que profesan esta religión, que le da un valor prioritario a la Biblia.

«Hay tres fuentes de nuevos evangélicos: las conversiones, el crecimiento biológico y la inmigración, sobre todo la procedente de los países latinoamericanos, aunque en la Costa se quedan a vivir también muchos ciudadanos del norte de Europa», explica Frugoni. Entre estos fieles también cada vez son más numerosos los de etnia gitana y que están adscritos a la iglesia de Filadelfia.

La iglesia evangélica cuenta en la provincia con 156 centros de oración. A pesar de contar con menos lugares de culto que la evangélica, la comunidad musulmana de Málaga la supera en número. Javier Isla, su portavoz confirma los datos del Ministerio de Justicia, que pone de manifiesto que existen 35 mezquitas. De hecho, en Marbella se construyó la primera en la península tras la expulsión ordenada por Isabel y Fernando.

Los 25.000 musulmanes que residen en Málaga se «multiplican por diez» en los meses de verano. «Cada vez vienen más turistas de Marruecos y Argelia», explica. Además, también son más los visitantes de clase media y alta procedentes del golfo Pérsico que deciden quedarse a vivir y adquirir una segunda residencia. Ellos también son musulmanes.

Málaga es también la única provincia española que cuenta con tres comunidades judías (Málaga, Marbella y Torremolinos), junto a Madrid, aunque en la capital de España fue más tarde. Según Elías Cohen, portavoz de la población semita, «no sería difícil dar una cifra exacta de 5.000 judíos en la Costa». «El clima, la situación geográfica, es un atractivo para los extranjeros», señala.

La comunidad israelita en Málaga es la más numerosa de la región y está formada sobre todo por judíos sefardíes procedentes del Marruecos español, de las antiguas colonias. La primera parada para llegar a Europa, lógicamente, es Málaga. Y muchos aquí se quedaron.

En Málaga también hay testigos de Jehová. Desde el año 1927, aunque actuaban en la clandestinidad. En la década de los años 80 del siglo pasado se produce un gran crecimiento de esta comunidad, también promovida por el turismo y la llegada de jubilados alemanes e ingleses. En la provincia, según el Observatorio del Ministerio de Justicia, hay cinco salones del Reino, aunque en total hay 24 lugares de culto y en muchas ocasiones alquilan espacios mayores para sus reuniones.

También hay mormones de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con cinco lugares de culto, anglicanos, ortodoxos y budistas.