Si hubiera una manera de demostrarle a Chema lo bonita que puede llegar a ser la vida, en su caso, simplemente, pasaría por una segunda oportunidad. Nada ni nadie. Ningún dios ni ningún cielo. En nuestro presente contemporáneo pocas cosas sobrebrillan tanto como lo hace la fuerza del amor. En plena ebullición, anula toda forma de pensamiento racional y se apodera sobre las mentes como un beso profundo se agarra a los labios en un intento de saborear el dulce aroma de la persona que está enfrente.

Cuando María se asoma ahora al balcón de su piso, un primero en la calle Omar, enfrente del Paseo Marítimo de Antonio Banderas, puede contemplar la confesión de un amor que entró en barrena en marzo, pero que sigue brotando todavía a solas. Al menos, en el caso de quien fuera su pareja durante los últimos dos años de su vida. A veces bellamente, a veces tan doloroso como cuando te pegan punzadas en el costado. Sin preguntarse por el qué dirán, el pasado domingo este joven de 28 años, que no quiere revelar su identidad porque la policía ya lo ha puesto en búsqueda y captura debido al peligro extremo que supone para la sociedad su dulce confesión de amor, decidió coger el coche por la noche y plantarse delante de la actual vivienda de su expareja para intentar recuperarla a lo grande. En una especie de homenaje a sí mismo y a María, a esos momentos imborrables que conforman la memoria colectiva de ambos, Chema se concilió consigo mismo y expresó su más firme deseo: «María vuelve».

Todo ello acompañado por un «buenos días princesa» y un «te quiero» de los que hacen emerger las mariposas en la boca del estómago por su sinceridad. Hubiera bastado con una simple carta, una llamada o un Whatsapp. Pero Chema buscó el golpe de efecto a través de la sorpresa. «No fue algo orquestado. La idea me surgió el domingo estando en casa. Vi que los centros de bricolaje estaban abiertos y me llegue a por un bote de pintura», relata los antecedentes de una operación tan absolutamente disparatada como maravillosa a la vez. «Salí pasada la madrugada. Después de recorrerme más de 200 kilómetros, llegue a la calle de María a eso de las 3.00 horas de la mañana. Me puse manos a la obra y a las 5.00 horas me volví para mi casa», señala quien se pasara toda la noche sin dormir.

Simplemente una confesión de amor más. Como las hay a puñados todos los días. Pero, esta vez, con el rara avis de permanecer en la retina de todo un barrio y de contar con la gallardía de preparar semejante mensaje en una acción de noche y niebla.

María, la destinataria del mensaje, una chica de 30 años que trabaja en el sector del turismo, confesó que se levantó el pasado lunes con los gritos de «María vuelve» en señal de que los vecinos del barrio desean un final feliz para esta joven pareja que se conoció hace cinco años. El roce hizo el cariño y el cariño hizo lo demás. Bajo la petición de «perdóname» Chema reconoce que, en algún momento, pudo ser demasiado egoísta y se declara culpable del naufragio momentáneo. Para utilizar la fuerza de las redes, Chema creó una cuenta específica en Twitter que tuvo que anular por el acoso policial. Las primeras pesquisas indican que podría ser culpable de un delito por causar daños al mobiliario urbano por encima de los 400 euros. «Era una declaracion de amor a una persona muy importante en mi vida. Nada más», pide disculpas. Ella, reconoce que le «ha gustado» esta acción tan fastuosa de amor. El tiempo dirá si hay final feliz.