Los niños son las otras víctimas de la violencia de género. Testigos silentes de lo que ocurre en casa. Víctimas a las que quedan secuelas físicas y psicológicas difíciles de reparar. Son la otra cara de una moneda que sufre con palizas e insultos y que, en muchos casos, acaban por recibir los golpes que con anterioridad sólo recibían sus madres. Pero, la violencia de género contra los hijos, ¿acaba por ser el revulsivo necesario para que la mujer denuncie? «Lamentablemente no», dice el psicólogo del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) Fernando Gálligo, que destaca que cada mujer maltratada encierra en sí misma una complejidad que evita así poder catalogarlas. Es decir, no hay dos víctimas iguales.

«Hay casos en que cuando ven cómo su pareja pega a sus hijos, reaccionan, pero otras reaccionan cuando las pegan a ellas pese a años de maltrato a sus hijos. En muchos casos ni pegando a sus hijos reaccionan», lamenta el experto.

Por eso, considera que no sólo es importante que las propias mujeres estén concienciadas, sino que también su círculo más cercano y las personas que los rodean.

Muchas veces, alerta, el maltrato se produce sólo hacia los niños. «Hay que observar conductas como de falta de afectividad, desprecio, agresiones verbales o físicas». Y es que antes de que llegue el golpe, muchas mujeres no dan importancia a ciertas actitudes hacia sus hijos.

«Negativizar, menospreciar, eso suele ser el primer indicador de que hay un problema», señala Gálligo, que admite que si no se pone remedio a este tipo de problema se puede acabar en violencia física o, incluso, en asesinatos. Y muchos de ellos premeditados.

«Estamos viendo cada dos por tres menores asesinados y muchas veces de una forma claramente intencionada para hacer daño a la madre. Saben que hacen un doble daño: quitan la vida al niño, con lo que eso supone, y hacen un daño terrible a la mujer, porque le quitan lo más importante de su vida». De ahí la importante red de apoyo a mujeres, familiares e incluso, profesores. Los expertos lo dicen. Nunca es suficiente.