­Un año y medio sin faltar un sólo martes entregando firmas en la Delegación de Salud. Las mujeres que forman parte de la Asociación de Mujeres con cáncer de Mama (Asamma) han logrado son su perseverancia que la Junta incluya el test genómico en la cartera de servicios, lo que pemite saber si hace falta o no aplicar quimioterapia para el tratamiento del cáncer, además de determina si existe un riesgo de recurrencia alto, intermedio o bajo de aparición de la enfermedad.

Todo comenzó cuando Mari Ángeles Ramírez supo de la existencia de esta prueba en la consulta de su oncólogo. Le dijo que podía ser candidata pero que debía costeárselo, según cuenta. Investigó un poco más y descubrió que otras comunidades autónomas lo incluían en la cartera de servicios. Por este motivo, junto a Asamma decidió iniciar una recogida de firmas a través de la plataforma change.org: «Implantar el test genómico PAM50, ONCOTYPE o MAMAPRINT para discernir si hace falta aplicar quimioterapia según el cáncer de mama de la paciente». Además de lograr muy buenas cifras entonces, decidieron que cada martes entregarían en el Registro de Salud firmas para pedirlo. Hace un mes entregaron el número 10.000 y, según la Junta anunció ayer a La Opinión, desde hace unos días ya está implantado como servicio.

Asamma entregó ayer, nuevamente, la hoja de firmas para reclamar este servicio. Según contaba su presidenta, Paqui Aguilar, antes de saber que el servicio ya está implantado, que Salud lleva prometiendo el test un año. De hecho, en octubre este periódico publicó que ya se hacía a las pacientes que fueran candidatas, siempre bajo criterio clínico y que estaban a la espera de que fuera oficial.

«Llevan prometiendo que estaría en la cartera de servicios desde hace mucho y nosotras no nos queremos confiar, traeremos firmas hasta que lo consigamos», relataba la presidenta de Asamma, que indicó la importancia de este test, que evita a algunas mujeres exponerse a la agresividad de la quimioterapia. La prueba, que cuesta entre 1.500 y 3.200 euros, está indicada para una cifra muy reducida de pacientes que pueden «librarse» de esta tratamiento que deja secuelas. La asociación ha calculado que podría beneficiar a un 20% de las mujeres con un tumor maligno de mama.

«Lo único que queremos es que no sea a criterio médico, sino que todas las mujeres sean candidatas al estar en la cartera de servicios y que, si hubiera cambios políticos no afecte», sentenció Aguilar.

Mari Ángeles Ramírez es una de las pacientes que se benefició del test. Su insistencia -llegó a entrevistarse con el antiguo delegado de Salud, Daniel Pérez- le permitió hacerse la prueba. No salió un resultado perfecto, -la letra pequeña decía que existía riesgo medio-bajo- pero quince meses después de operarse, y sin haberse dado quimoterapia o radioterapia, asegura sentirse «fantástica».

«Los médicos te hablan de estos tratamientos convencionales como la salvación. Dicen que es lo mejor para ´curarse en salud´, pero la realidad es que muchas mujeres se lo podrían evitar, la sanidad es un derecho universal y todas deberíamos poder hacérnoslo», afirmó.

Tras entregar ayer la hoja de firmas, esta mujer declaraba que los oncólogos deberían valorar la situación personal de cada paciente. «La quimoterapia te deja mal, pierdes las riendas de tu vida y necesitas a una persona para todo. La enferma debe decidir, y para eso es importante hacerse el test», dijo.

Clasificación

Fuentes de la Delegación de Salud informaron ayer de que esta prueba se hace desde hace un año a solicitud de los especialistas en oncología médica y que en Málaga se han realizado desde entonces 19 de estas pruebas. «A partir de ahora, una vez completada la evaluación, se procede a su incorporación a la cartera de servicios del SAS según los criterios de inclusión previamente consensuados por un equipo de oncólogos médicos expertos en cáncer de mama», apuntaron las fuentes, que destacaron que este tipo de pruebas genómicas permiten clasificar mejor el riesgo de la paciente, en función del pronóstico, y facilitan la elección y el ajuste del tratamiento.

Para someterse a esta técnica, la paciente y el tumor deben cumplir una serie de criterios generales y específicos. Así, por ejemplo, como criterios generales, se encuentra que el tumor operado esté comprendido entre 0.5 y 5 cm; que no estén afectados los ganglios linfáticos ni haya metástasis; que el gen HER2 sea negativo o que los receptores de estrógeno sean positivos, entre otros. Entre los específicos se valoran, según el tamaño del tumor, otras características cuya presencia o ausencia indican o no la aplicación de la técnica de predicción. Además, las pacientes deben ser mayores de 18 años, dar su consentimiento por escrito, y tener una situación general adecuada, que le permita, en caso necesario, someterse a quimioterapia adyuvante y terapia hormonal.