El sector servicios acapara cada vez más protagonismo en la economía de Málaga frente a una construcción que continúa viviendo momentos muy bajos en estos años de crisis y de unos segmentos industrial y agrícola que mantienen en el tejido productivo de la provincia un peso muy reducido aunque, sin duda, valioso. Según el informe anual del mercado de trabajo elaborado por el Servicio Estatal Público de Empleo, los servicios reúne ya el 86% del total de los 564.000 ocupados registrados en la provincia a cierre de 2014. Más de 485.000 malagueños trabajan así en el segmento terciario de la economía, que engloba al macrosegmento turístico y áreas como el comercio, el transporte o los servicios a empresas.

El estudio estima también que este sector reúne, a partir de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) disponibles de años anteriores, el 83,3% del PIB provincial excluyendo impuestos netos (lo que da como resultado el Valor Añadido Bruto), constatando que la riqueza viene, cada vez en mayor porcentaje, de su sector terciario (antes no llegaba al 80%). En España, este peso es del 74%, nueve puntos por debajo de Málaga.

La construcción es la actividad, de largo, más castigada por la crisis. Su peso en la riqueza de la provincia se ha reducido drásticamente en los últimos años y, de suponer cerca del 20% en los años de la burbuja inmobiliaria ha pasado a representar sólo el 8,1%. Más grande aún es la caída en su contribución al empleo. Hasta 2007, Málaga llegó a dar empleo a unos 100.000 trabajadores en los tajos de obra, tanto para vivienda como en la ejecución de infraestructuras. A cierre de 2014, por contra, la cifra se queda en 33.200 ocupados, es decir, sólo un 5,8% del total.

La radiografía se completa con las aportaciones de la industria y la agricultura, segmentos con una representatividad limitada y que se mueven desde hace años en el 6% y el 2% respectivamente. A nivel de ocupación, la industria emplea a 29.600 personas en Málaga y la agricultura únicamente a 16.800.

Un debate siempre abierto

La preponderancia del sector servicios, que pilota su actividad en torno a la industria turística de la Costa del Sol, es fuente de continuo debate. Desde antes de que arrancara la crisis, muchas voces vienen reclamando la necesidad de diversificar el modelo y aunque las administraciones han hecho suyo el discurso, no parece haber cambios, a pesar de que hablamos de un proceso a medio y largo plazo. Las críticas son principalmente de los sindicatos, que afirman que este monopolio (duopolio, cuando la construcción vivía sus momentos dulces) redunda en una elevadísima tasa de temporalidad por el carácter estacional de muchos de sus empleos.

El secretario de CCOO en Málaga, Antonio Herrera, afirma que el actual modelo conduce a «la inestabilidad laboral, con bajos salarios» y lamenta que, tras siete años de crisis, «sigamos igual de antes, dependiendo sólo del turismo». Herrera demanda una mayor apuesta de todas las administraciones (con fórmulas de financiación público-privadas) por la investigación y la innovación en segmentos como la agricultura (para ganar valor añadido a través de una potente agroindustria manufacturera) o la tecnología, que en Málaga bascula en torno al Parque Tecnológico (PTA), en Campanillas.

Su homóloga de UGT, Auxiliadora Jiménez, comparte el análisis. «Prácticamente no queda otra cosa que el sector servicios, y la inversión productiva y la planificación estratégica dirigida a la diversificación del tejido productivo y empresarial no pasa de los discursos», dice.

Por la parte empresarial, el presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga, Javier González de Lara (CEM), afirma que la clara terciarización de la provincia «no es algo negativo», aunque reconoce que echa en falta un mayor peso industrial en la provincia, en línea con las consignas europeas del Horizonte 2020.

«Creo que hacen falta diversificar y que no sólo el turismo tire pero crear industria no es fácil, aunque se están haciendo esfuerzos de base tecnológica», apuntó. También apuntó a la necesidad de que el sector constructor se recupere y vuelva aportar riqueza y empleo, pero de forma mesurada y no a los niveles desproporcionados de antes de la crisis. «Es un sector que no hay que demonizar. Sin él Málaga no saldrá de la crisis», aseguró. El reto, a su juicio, pasa además por aumentar el tamaño de las empresas (en un 90% pymes), algo que también iría ligado a una mayor industria.

Una plan más allá de lo local

El decano del Colegio de Economistas de Málaga, Juan Carlos Robles, coincide en que el predominio de los servicios se traduce en «más inestabilidad laboral», aunque destaca que si hay un sector profesional que ha hecho bien las cosas para resistir la crisis es precisamente el turismo. «El sol y el clima es nuestro valor añadido y ni los políticos pueden cargarse eso», afirma. En su opinión, la diversificación del modelo es algo muy necesario pero escapa a cualquier planificación a nivel local.

«Para lograrlo tendría que producirse un plan estratégico nacional que incluya no sólo medidas como el aumento de las partidas de I+D+i sino también un cambio de modelo educativo que nos permita formar a los mejores profesionales», comenta Robles, que pone como ejemplo el salto cualitativo y tecnológico de Finlandia en los 90 para salir de su propia crisis.

Por último, Felisa Becerra, de Analistas Económicos de Andalucía (AEA), ensalza el potencial del sector terciario pero recuerda que la diversificación «nunca viene mal» y que la provincia tendría que especializarse en segmentos «con mayor valor añadido».