­Amira ­-«reina» en castellano­- duerme en su nueva habitación. El pequeño Omar de cinco años juega con una bicicleta bajo la atenta mirada de su madre Roula, que descansa junto al resto de su familia siria en un banco mientras cierra los ojos y deja que el sol le acaricie el rostro.

Han sido cerca de siete horas de viaje en barco hasta llegar a Málaga tras un mes y medio con su suegro, sus dos hijos y su cuñado en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla. Ya está más cerca de alcanzar su sueño: reunirse con su marido en Alemania y emprender una nueva vida.

La familia de Roula acaba de llegar al Centro de Acogida de Refugiados de la calle Ollerías y su historia no difiere de la realidad que viven millones de sirios. La bomba que mató sin piedad a sus dos hermanas fue lo que llevó a la familia a abandonarlo todo. De aquello hace cuatro años. Hams Dine, el suegro de Roula, tiene un hijo en Argelia que trabaja en el petróleo y se trasladaron con él hasta allí. Han estado cerca de cuatro años y trabajó en un restaurante pero sin cobrar. Solo le daban alojamiento y comida. La situación era difícil. Entre toda la familia reunieron dinero para continuar con su amargo periplo hasta llegar a Frankfurt.

La ruta de Melilla, península y Alemania es una de las más comunes para los sirios que llegan al centro del refugiado de la calle Ollerías. Para Rouls ésta es una parada de tránsito y aunque tengan permiso para estar tres meses solo pasarán unos días. De ahí a Madrid y en avión hasta Alemania.

«Omar tiene que empezar este año el colegio», dice su madre en árabe. La joven Kheira ayuda para traducir. Ella ya es asilada.

La familia de Roula no pertenece a los 120.000 refugiados procedentes del país devastado que la UE quiere repartir entre los países europeos. Su huída comenzó hace años pero aún no han logrado su cometido. Hace tres meses que el marido de Roula está en Alemania y cuenta los días para reunirse con él.

La historia escribe uno de los capítulos más oscuros y supera con creces el número de desplazados que marcó un hito en las políticas de cooperación. Hasta 50 millones de refugiados se contabilizaron tras la II Guerra Mundial. Hace unos meses el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados contabilizaba 59,5 millones de desplazados en el mundo. La presión social y de los grupos de la oposición forzaron al Ayuntamiento de Málaga a principios de semana a declarar la capital malagueña como ciudad refugio. Las asociaciones, instituciones públicas y la ciudadanía en general ya trabajan para estudiar los recursos de que dispone la ciudad.

El dato crucial es conocer cuántos refugiados llegaran a España y, en consecuencia, a Málaga. Se habla de entre 15.000 y 17.000 refugiados y la provincia acogería a no más de 400 pero todo son conjeturas. Tras un intento poco fructífero, la UE se reúne de nuevo el 8 de octubre para ver si alcanzan un entendimiento. Mientras tanto la maquinaria ya está funcionando pero a fecha de hoy Málaga dispone de cero camas.

Las entidades subvencionadas por el Gobierno que trabajan con este colectivo son Cruz Roja, la Asociación Comisión Católica Española de Migraciones (Accem) y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). El Gobierno ha preparado una partida de 13 millones de euros y nadie sabe aún cómo se repartirá y bajo qué criterios se distribuirán los refugiados.

Entre las tres entidades, Málaga dispone de 47 camas destinadas al Programa Asilo. Un plan que contempla hasta 9 meses de estancia y no más de 24 meses, en total, con una pequeña ayuda económica y otros servicios que faciliten su integración.

Hay que remontarse a 1992 para recordar una situación similar en Málaga con la llegada de los bosnios pero las entidades implicadas aseguran que será superior.

El coordinador de CEAR, Francisco Cansino, asegura que están inmersos en la búsqueda de posibles localizaciones en la costa y en la capital para que se asienten los futuros refugiados que no se esperan para antes de diciembre. El centro cuenta con 65 plazas de las cuales, 25 son destinadas para el programa asilo. El resto es para inmigrantes vulnerables (personas no documentadas).

Cruz Roja también tiene sus instalaciones completas, un centro por la zona de La Malagueta que tiene espacio para hasta 22 personas. En la actualidad está completo.

El responsable territorial Andalucía, Ceuta y Melilla de Accem, Manuel Sánchez, detalla que en la ciudad sólo tienen un piso para no más de siete personas y forma parte del programa de Atención Humanitaria al Inmigrante para ayudar a aquellos que cruzan el Mediterráneo. Hay que trasladarse hasta Jerez para encontrar un centro con 65 plazas y también está lleno. Aun así, se muestra optimista y asegura que la ciudad sabrá responder a las necesidades actuales. Y es que los ciudadanos anónimos y colectivos sociales se han volcado con la crisis humanitaria que solo se huele en la ciudad a través de los medios de comunicación.

El Ayuntamiento de Málaga creó la semana pasada una mesa de emergencia y en la primera reunión asistieron hasta 58 asociaciones. Cada 15 días se reunirán para abordar la situación. El objetivo es hacer una puesta en común de todos los recursos que ofrece cada asociación para coordinarlos cuando llegue el momento.

El Ayuntamiento ha abierto la Oficina del Refugiado para resolver dudas y recabar todos los medios que ponen a disposición las empresas y personas interesadas.

El concejal de Derecho Social del Ayuntamiento, Julio Andrade, explica que apoyará a las organizaciones en su búsqueda de localizaciones y, en caso de ser necesario, el albergue municipal y el centro de baja exigencia están a disposición de las entidades. Han habilitado una cuenta en la que han depositado 30.000 euros y organizan una gala en el Teatro Cervantes de cara al mes que viene para recaudar fondos.

La Diputación trabaja también para conocer la disponibilidad y los recursos que tiene el territorio. Albergues, edificios cerrados, guarderías, pisos de segunda residencia...Todas las instalaciones se tienen en cuenta en la fase de acogida. La Noria es uno de los edificios que se puede poner a disposición, al igual que La Térmica. Lo que era el antiguo Centro Cívico ya acogió hasta 38 bosnios en la década de los 90. La Universidad de Málaga también ha ofrecido plazas en sus residencias. Y es que todavía no hay camas para acogerlos pero asociaciones, personas anónimas e instituciones intentarán llegar a tiempo.