Las religiosas y el claustro del colegio de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, que desde hace más de 40 años realizan su labor educativa en La Palmilla, están convencidos de que de este barrio en riesgo de exclusión social puede salir algo bueno, por encima de la imagen de degradación y marginalidad que siempre proyecta al exterior. Desde hace unos años, combaten el absentismo y el fracaso escolar con un proyecto educativo innovador que incluso está siendo objeto de estudio por un grupo de profesores de Dinamarca, que visitan Málaga estos días para conocer de primera mano cómo este tipo de centros de compensatoria, situados en zonas deprimidas socioeconómicamente, afrontan estos graves problemas del sistema. En el colegio de las Misioneras quieren que los niños se sientan como en casa.

Solo así, según explica el director del centro, José Miguel Santos, los niños tienen la necesidad de volver al día siguiente. Por este motivo, en este colegio se apuesta por la calidad y «por la calidez» en las relaciones. «Lo mejor para los más pobres» es el lema de esta congregación. Y aquí se aplica a rajatabla.

Como explica Santos, la mayoría de los 340 alumnos matriculados en el colegio (el 45% de etnia gitana) están familiarizados con la cárcel, la pobreza, la desestructuración, la droga, el paro... La clave está en cambiar el chip, revolucionar el aula y su mobiliario. Que los niños dejen de verse los cogotes para verse las caras. También está en el trabajo cooperativo, en el equipo, en las dinámicas, en las rutinas del pensamiento y en trabajar por proyectos. Y en redecorar las clases con un rincón donde haya un sofá, una alfombra y almohadones. «Así hemos conseguido que los niños sean los que insistan a sus padres de que tienen que venir al colegio», señala.

«Creamos el ambiente propicio para que a los alumnos les guste la escuela y quieran aprender. Los niños disfrutan más cuando trabajan en grupo y además se ayudan unos a otros a la hora de realizar las tareas. Y también logramos un espacio acogedor, cambiando la pintura de las paredes y creando rincones de confort, dedicados a la lectura o con mesas multitareas. Así rompemos la dinámica de un niño detrás de otro y logramos muchas formas distintas de trabajar», asegura el director.

Los resultados ya se notan en todos los niveles educativos y las aulas están llenas, incluso en Secundaria, cuando antes podían a llegar a dejar sus estudios de forma prematura hasta una veintena de alumnos de cuarto de la ESO cada curso.

El estudiante así se siente más partícipe y más protagonista en el día a día en la clase. En el proyecto también se tiene en mente la incorporación de las nuevas tecnologías, la adquisición de tabletas electrónicas y la incorporación de entidades colaboradoras que se hagan cargo de unos gastos que el colegio no se puede permitir en solitario. Y aquí, el director destaca la labor de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, «que se ha interesado en echarnos una mano», y de la empresa de innovación en inglés AMCO.

Además, media docena de profesores de Dinamarca están en Málaga de intercambio y ayer visitaron este centro para aprender cómo afronta el grave problema del absentismo, el fracaso escolar y el abandono prematuro de los estudios. Según explica Jonas Nim Bakkensen, analizan y comparan los sistemas educativos de ambos países. Y no son tantas las diferencias, a pesar de lo que puedas no decir el informe PISA. La clave, eso sí, puede estar en que en Dinamarca todos los estudios son gratuitos, hasta llegar a la Universidad, «de ahí que hasta los carpinteros o fontaneros estén muy bien formados». «Pero en definitiva, se trata de que el alumno aprenda a reflexionar cada día», sostiene este docente nórdico, admirado por la capacidad de implicación de los profesores de este colegio malagueño con su alumnado.