Primeros matrimonios, divorciados que se vuelven a casar, jóvenes, mayores... En los últimos meses, 456 parejas han estrenado a los notarios de España como casamenteros, aunque casi mil más, 1.415, les han convertido en árbitros del fin de su amor. Desde el 23 de julio de 2015, los notarios pueden casar o divorciar gracias a la entrada en vigor de la ley de jurisdicción voluntaria que les introdujo en el negocio del amor y del desamor. En los últimos seis meses del pasado año, en las notarías se registraron 1.871 bodas, separaciones o divorcios. Unas cifras aún discretas pero que el Consejo General del Notariado califica de positivas desde la convicción de que irán al alza en los próximos años porque son muchas las personas que se han interesado durante este tiempo. Con esta nueva ley, los notarios se suman a jueces de paz, letrados de la Administración de Justicia, alcaldes y concejales en la capacidad de unir en matrimonio, con unos honorarios que oscilan entre los 100 y los 150 euros, dependiendo de factores como que la boda se celebre en festivo o fuera de la notaría. Pero no es el precio lo que empuja a las parejas a decantarse por esta nueva opción, sino la rapidez del trámite. Jamál y Fátima, pioneros en esta práctica, decidieron celebrar su enlace en una notaría después de que en el juzgado les emplazara para dentro de más de seis meses. El notario de Málaga que finalmente les casó tardó 48 horas en convertirles en marido y mujer. Una celeridad que incluso ha llegado a asustar. Cuenta el notario Manuel Cotorruelo: una chicavino a preguntar y le dije que si me traía el documento del Registro Civil la podía casar mañana mismo. «Se puso nerviosísima», comenta.