La crisis económica mantiene a una gran parte de los jóvenes malagueños en edad de trabajar condenados al desempleo, por mucho que la situación económica general parezca presentar en el último año y medio ciertos síntomas de reactivación. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), la tasa de paro entre los menores de 25 años en Málaga se situaba a cierre de 2015 en el 46,1%, una cifra aún desorbitada (15 puntos más que al inicio de la crisis) pese a haberse reducido desde los máximos de casi el 70% alcanzados en algunos tramos de los años 2012 y 2013, en lo más duro de la recesión. El tramo de 25 a 30 años tampoco le anda a la zaga, con un tasa actual de más del 37% (aunque en este caso el dato disponible es andaluz).

Todos coinciden en que se trata de porcentajes insostenibles para una economía desarrollada aunque evidentemente no es un problema limitado a Málaga, ya que la provincia, en el caso de las personas de entre 16 y 24 años, se mueve en la media nacional (46,2%) y está nueve puntos por debajo de la andaluza (55,4%). A pesar de que en estas cifras se incluyen personas que siguen estudiando y que quizá no priorizan ahora mismo la búsqueda de empleo sí hay muchos que tratan infructuosamente de acceder al mercado laboral. El riesgo de toda una generación perdida a nivel laboral es una amenaza completamente real, según los expertos, sin que las diferentes medidas articuladas por las administraciones parezcan servir de mucho estímulo. Es más, para los sindicatos CCOO y UGT muchas de ellas (caso de los contratos de formación y de prácticas contemplados en la reforma laboral) sólo han servido para precarizar aún más las condiciones laborales entre el colectivo de jóvenes.

El presidente del Colegio de Graduados Sociales de Málaga, Juan Fernández, constata las dificultades «endémicas» de acceso al mercado por parte de los jóvenes pese a contar muchos de ellos con una «amplísima formación» (titulaciones, idiomas, cursos de expertos, máster, posgrados, etc) y afirma que la principal barrera que ponen las empresas para incorporar a estas personas es la falta de experiencia, algo que penaliza aún más en tiempos de crisis, cuando el empleo es especialmente escaso. Desde el sector de las ETT se coincide en que el mercado laboral aún se mantiene en una tesitura de cierta incertidumbre, lo que limita las expectivas de los aspirantes jóvenes, más faltos de bagaje laboral.

«La situación económica avanza muy lentamente. La reforma laboral y las medias de contratación pueden ayudar pero no son suficientes. Ahora mismo la situación es complicada, todavía hay mucho miedo y los jóvenes, pese a su gran formación, no encuentran muchas oportunidades. Lo que hará que las empresas contraten a más jóvenes será la mejora económica, aunque ojalá cuando lo hagan sea con contratos más estables y salarios iguales a los del resto de trabajadores», comenta.

Y es que los contratos de formación, ideados para que las empresas absorban a jóvenes sin formación, pueden tener hasta tres años a un trabajador cobrando menos que sus compañeros. En el caso de los contratos de prácticas (que sí son para trabajadores cualificados), la duración máxima es de dos años.

Críticas sindicales

Los sindicatos, por su parte, culpan de la persistencia de esta situación de alto paro y máxima precariedad a la reforma laboral del Gobierno y denuncian también la insuficiencia de los planes adoptados por otras administraciones, caso del programa Emple@Joven de la Junta de Andalucía, que incluye elementos como la inserción laboral de desempleados por parte de los ayuntamientos para la realización de proyectos de cooperación social y comunitaria, el bono joven para facilitar las contrataciones o programas de prácticas en empresas.

«Son iniciativas que generan empleos para sólo unos meses. No es una solución real al problema. Necesitamos más inversión en sectores como el I+D y un mayor fomento de la contratación indefinida. También que se acabe con fenómenos de fraude como el de los falsos autónomos, que están haciendo mucho daño entre la juventud. Las empresas hacen firmar a estas personas contratos mercantiles cuando en realidad trabajan igual que el resto de la plantilla», dice la secretaria de Juventud de CCOO en Málaga, Saray Pineda.

EL sindicato también lamenta las «ridículas» cifras que registran los contratos de emprendedores (apenas se vienen firmando 600 al año en Málaga), una de las medidas estrella de la reforma laboral por el que se bonifica la contratación indefinida a tiempo completo de jóvenes, con un año de prueba. Pineda sostiene que la reforma creó contratos «hechos especialmente para la precarización de la población joven» y denuncia el «abuso» de los de formación y aprendizaje, que además de no tener prestaciones por desempleo, «fomenta el ahorro a los empresarios no pagando cotizaciones sociales, lo que tendrá consecuencias para las futuras pensiones».

CCOO recuerda también que, a pesar de estas medidas, la contratación a menores de 30 años en Málaga ha empeorado en relación a 2007: si entonces suponían el 26,6% del total de contratos ahora sólo son el 15,5%. Además, el peso de los contratos indefinidos entre los jóvenes ha pasado del 21,9% en 2007 a sólo un 9,1%, siendo el colectivo, en este aspecto, uno de los grandes «damnificados» de la crisis. «Y está también el gran aumento de los contratos a tiempo parcial, muchos en ellos en fraude de ley. Te contratan por dos o cuatro horas al día pero echas ocho o diez. Se da mucho en la hostelería y el comercio», asegura.

El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) constata todo este aumento de la temporalidad y del empleo a tiempo parcial en su último informe disponible sobre el mercado de trabajo de los jóvenes en Málaga. El 95% de los contratos firmados por menores de 30 años son temporales y casi el 45% fueron con contratos por horas en detrimento de los de jornada completa. Y, si en la época del boom económico, los jóvenes llegaron a representar hasta un 25% de los ocupados en la provincia, ahora sólo suponen el 15% del total.