El Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a 25 años de prisión a Carlos Río Sánchez, el hombre que acabó con su expareja el 5 de marzo de 2014 de 31 puñaladas en la casa que ella, maestra de profesión, tenía en Torremolinos.

Así, según el apartado de hechos probados, el procesado mantuvo una relación con Ana Isabel González, conocida entre sus alumnos como Miss Ana, durante siete años, la cual finalizó a instancias de ella a finales de 2013.

A las 16.00 horas del 5 de marzo de 2014, Carlos Río se personó en la vivienda que Ana tenía en la calle Decano Miguel Marengo de Torremolinos «provisto de un cuchillo que había adquirido poco antes con la intención de acabar con la vida de la mujer. En ese momento, consideran acreditado los miembros del jurado popular, se produjo una discusión que poco a poco aumentó de tono, por lo que el procesado, con la intención de acabar con la vida de su expareja, «le asestó una primera puñalada en el cuello y, seguidamente, a pesar de los ruegos de la víctima, el procesado le clavó el cuchillo en otras treinta ocasiones, dirigiendo el arma a su cabeza y al cuello, debido a lo cual Ana María falleció».

La agresión comenzó cuando el encausado, «de manera sorpresiva y sin mediar palabra, apuñaló a la víctima, que no pudo defenderse debido a que estaba parcialmente girada y a lo sorpresivo del ataque, no percatándose la misma de que el encausado llevaba un arma pues la sacó repentinamente al llevarla escondida entre sus ropas, de todo lo cual se aprovechó el encausado para conseguir con más facilidad su propósito».

El jurado considera probado que el encausado, al clavar el cuchillo 30 veces en el cuerpo de su expareja, «pretendía no sólo causarle la muerte sino también, de manera deliberada, producirle un sufrimiento de carácter físico y moral». Antes de marcharse de la vivienda, el procesado se apoderó del teléfono móvil de la víctima y se lo llevó, «haciéndolo propio con la intención de acceder a los datos».

El jurado cree que el hecho de que el encausado tuviera una relación con la fallecida hace más grave su conducta «por haber quebrantado los lazos de afecto que unían a ambos», además de haber aumentado «de manera consciente y voluntaria el sufrimiento de la víctima a la que dio 30 puñaladas».

En el juicio, el acusado reconoció los hechos pero aseguró que había instantes de la fatal agresión que no recordaba, además de describir a su expareja asesinada, delante de su familia y con total frialdad, como una persona dominante y bipolar, a la que antes de matar persiguió incluso durante un viaje que ella había hecho con su nueva pareja.

El Tribunal del Jurado también ha condenado al encausado a indemnizar a los padres de la víctima en 200.000 euros y a cada uno de los hermanos en 50.000 euros.