Si en diferentes puntos de Europa, entre ellos España, los hackers están consiguiendo que los cajeros automáticos expulsen a borbotones los billetes para que un miembro de su misma organización los recoja a una hora determinada, en la Costa del Sol las cosas se siguen haciendo de otra manera. Aquí las bandas siguen prefiriendo volar las máquinas con gas acetileno y otros explosivos más potentes que han provocado escenas tan devastadoras como la de la imagen. Desde que las bandas comenzaron a actuar a finales de julio, se ha registrado una veintena de ataques y tentativas, la mitad de ellos atribuidos a la desarticulada hace dos semanas en Mijas.

Estos ataques, que se repiten cíclicamente desde que el italiano Warner Rossi lo introdujera en España y se extendiera con gran rapidez por lo fácil que resulta conseguir los materiales, no sólo están dejando en evidencia a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sino que están obligando a los bancos más afectados a reforzar su seguridad. Desde el pasado verano, los robos, muchos de ellos tentativas sin éxito pero igual de dañinas, se han cebado fundamentalmente con el Banco Santander y Unicaja, aunque la pasada semana Cajamar Caja Rural fue víctima de hasta tres intentos en dos días. Fuentes policiales admiten que los ataques a estas entidades no son casuales. Los atracadores buscan máquinas cuyo diseño se ajusta mejor a sus necesidades. En otras palabras, hay cajeros que explotan mejor que otros y lo normal es que en cada entidad predomine un modelo con las mismas características.

Aunque los bancos no suelen ser muy partidarios a hablar de seguridad para no dar pistas al enemigo, las dos cajas andaluzas no tienen problemas en reconocer a La Opinión de Málaga que sí están tomando medidas para protegerse, algunas de ellas con más ingenio que acero y hormigón. Por un lado, fuentes de Cajamar Caja Rural explican que, entre otras opciones, una de sus grandes apuestas es el entintado de billetes, sistema que consiste en manchar con tinta e inutilizar todo el dinero que hay en los cajetines en el momento en el que el cajero detecta una agresión.

El Banco Sabadell, cuyos responsables aseguran ser la primera entidad en utilizarlo desde que el Banco de España aprobó una normativa para cambiar el dinero inutilizado por la tinta, indican que el sistema se activa por explosión, vibración, inclinación o incluso por el calor de una lanza térmica.

En Cajamar Caja Rural aseguran tener grandes expectativas con este método, ya que una vez que los delincuentes lo conozcan sabrán que se exponen a un esfuerzo inútil. De hecho, en uno de los ataques del pasado fin de semana el sistema funcionó a la perfección. En esta dirección apunta también Unicaja, entidad que ya cuenta con cámaras de vigilancia permanente en sus cajeros y dispositivos que permiten avisar a las fuerzas de seguridad de forma inmediata ante cualquier intento de manipulación. «Desde la primera tanda de ataques a cajeros, contactamos con distintos proveedores y actualmente se está en fase de análisis de probar la instalación de este tipo de dispositivos», indican fuentes la entidad, quienes destacan cómo ha avanzado la coordinación tanto con las entidades afectados como con la Policía Nacional y Guardia Civil a la hora de intercambiar información para diferenciar las bandas que perpetran estos delitos y plantear alternativas y actuaciones conjuntas a corto plazo. A los fabricantes consultados por este diario, la tinta también les parece una de las medidas más disuasorias, ya que el refuerzo o blindaje de los cajeros se ha combatido a base de usar «más explosivos y más potentes». El único problema es, según fuentes del sector, que implantarlo en todos los cajeros exige una inversión muy importante.