María Luisa Balaguer es, desde hace unos días, magistrada del Tribunal Constitucional. Catedrática de la materia, es la primera mujer andaluza que lleva a tan alta magistratura. En esta entrevista, analiza los aspectos de mayor actualidad relacionados con su nueva ocupación.

En primer lugar, enhorabuena. No todos los días una profesora malagueña es nombrada profesora del Constitucional...

Muchas gracias, efectivamente es la primera vez que una mujer de Andalucía, y de la Universidad de Málaga va a formar parte del Tribunal Constitucional, y esto es una responsabilidad importante para mí. Mi agradecimiento al Parlamento de Andalucía, a los demás Parlamentos autonómicos que hicieron la propuesta al Senado, y a la Universidad de Málaga por haberme permitido la formación que ha hecho posible que se llevara a cabo.

¿Cómo encara esta nueva experiencia profesional?

Con ilusión y con sentido de la responsabilidad. El Tribunal Constitucional es la instancia más alta del orden jurisdiccional, y exige un conocimiento del derecho muy exhaustivo. Espero estar a la altura de esa exigencia y que mi paso por esa institución contribuya a perfeccionar el ordenamiento jurídico, y a mejorar las condiciones de vida de la sociedad.

Hace años que se pide una reforma de la Constitución, sobre todo en lo que atañe a la sucesión en la Corona y a las nacionalidades y regiones. ¿Considera que ese cambio es un reclamo social o una controversia política?

No sabría decirle si es un reclamo social o una controversia política, pero sí puedo decirle que las reformas constitucionales son un hecho muy frecuente en ordenamientos como el alemán y el italiano, que están en la línea de la Constitución Española de 1978. A nadie se le oculta que la sociedad española no es hoy la de entonces, y por lo tanto el derecho ha de evolucionar con los valores sociales. Las reformas han de entenderse desde la normalidad, como una adaptación a la evolución misma de la vida.

Llega a un órgano discutido. Por un lado, por la polémica sentencia sobre el Estatut; y, en segundo lugar, porque los gobiernos del país acuden mucho a él para pedir paralizaciones cautelares de muchas medidas. ¿Qué reflexión le merece esto?

La discusión de la naturaleza del Tribunal Constitucional está en el origen mismo de su constitución. En la fase constituyente algunos grupos parlamentarios consideraban que ningún tribunal debía rectificar las leyes que aprobaba el Parlamento de la Nación, por contravenir la soberanía popular. Sin embargo el Tribunal Constitucional desde su inicio, obtuvo una importante legitimación en orden a desarrollar importantes derechos fundamentales como la libertad de expresión, la huelga o la igualdad. En los estados modernos, en los que el pluralismo ordinamental, (legislación europea, estatal y autonómica), exige un importante rigor en la depuración de normas susceptibles de conflicto, la labor de los tribunales constitucionales resulta funcional e imprescindible, y yo creo que en este sentido, el Tribunal Constitucional ha contribuido de manera muy importante a la solución de los conflictos con soluciones jurídicas.

¿Se ha convertido en un órgano para hacer política?

El Tribunal Constitucional es como digo un órgano de depuración del ordenamiento jurídico, haciendo compatibles con la Constitución todas aquellas normas que un ordenamiento produzca, y declarando inconstitucionales las que contradigan la Constitución. Esa debe ser su función, y así viene señalada en la Constitución. Sus resoluciones, sin embargo, en una sociedad democrática, pueden ser enjuiciadas y discutidas, sin perjuicio de su obligado acatamiento, por la opinión pública, y su grado de acierto, como toda obra humana es perfectible, pero en términos generales, la jurisprudencia del Tribunal ha hecho progresar al derecho de manera importante, y ha sido sensible a los cambios sociales, reflejando muchas veces una visión muy progresista del derecho.

Se critica el cambio de cromos cada vez que hay que renovarlo. ¿Qué opinión le merecen esas críticas?

El nombramiento de las personas que componen el Tribunal debe ser una cuestión difícil, por la exigencia de un quórum importante en la votación, pero está bien esta exigencia de los tres quintos, en este caso del Senado, para respaldar una actividad que luego puede llegar a derogar leyes aprobadas por el propio Senado. Y es difícil siempre unificar la voluntad en torno a personas, pues hay muchos y muchas juristas con preparación para esa función. Pero no me corresponde a mi juzgar ahora esto, sino intentar responder a la confianza de las instituciones que me hayan propuesto, incluso por supuesto de los que no me votaron.

¿Cómo habría que abordar una reforma de la Constitución?

Con un amplio consenso social. Con deliberación de todos aquellos temas que ahora afectan a la sociedad actual. Nuevos derechos de orientación sexual, de la vivienda, de la erradicación de la violencia contra las mujeres, en fin, lo que interesa a las personas que viven en una sociedad.

Es todo un símbolo para muchas mujeres. Los expertos en Igualdad insisten en que es necesario visibilizar a las mujeres en órganos de decisión...

Por supuesto que han de visibilizarse las mujeres, e incorporarse a aquellos ámbitos de decisión para integrar otros valores y otras concepciones de la vida. Y también por la justicia democrática de la igualdad.

En los últimos tiempos hemos visto polémicas sobre lo que se dice en las redes sociales, chistes sobre personas fallecidas, condenas en diferentes órdenes, etcétera... ¿Considera que la libertad de expresión tiene límites? O, como otros defienden, aún no hemos comprendido en toda su extensión que la libertad de expresión lo ampara todo.

El articulo 20 de nuestra Constitución señala cuales son esos límites, y la jurisprudencia ordinaria y constitucional han intentado esa delimitación. A veces es difícil porque en la práctica el equilibro no siempre se detecta, pero en lo que se refiere a la protección de los derechos derivados de la intimidad, la casuística es bastante completa.