Ya estamos terminando nuestra estancia en el Ártico, y a primera vista, los resultados que hemos obtenido son prometedores, habiéndose confirmado algunas de las hipótesis de partida que teníamos planteadas. Ahora tenemos por delante varios meses de análisis de muestras en la UMA y de los datos que hemos ido obteniendo a diario durante la realización de los experimentos. Una vez que tengamos elaborados los resultados, procederemos a publicarlos en revistas científicas de manera que otros colegas tengan acceso a los mismos.

Como anunciaba en la anterior entrega, voy a pararme un poco a hablar de las plantas de Svalbard. No son muchas las especies de plantas que viven en este clima, y, como se puede apreciar en las fotografías que voy enviando, son de muy poca altura. La planta más grande que he visto es una gramínea, una espiguita, de apenas unos 20 centímetros de altura. El resto son plantas con flores, blancas o moradas la mayoría, que apenas levantan del suelo un par o tres de centímetros. Y, hemos visto incluso algunas setas pequeñas de apenas de unos 5 cm de altura, pero nos hizo ilusión verlas por estos parajes. Al preguntar a Trond nos dijo que no era comestible. Al parecer hay muchas especies de hongos en Svalbard, más de 750; debo admitir que me he sorprendido al conocer este número tan elevado. En cuanto a las plantas con flores, un recuento de año 2015 decía que aquí hay únicamente 184 especies, pero algunas de ellas han sido introducidas por el hombre desde otras zonas. De las autóctonas, 48 están en peligro de extinción. Sería una pena que el cambio climático se llevara por delante a algunas de estas plantas, y desaparecieran para siempre.

Aquí en la tundra no hay árboles, ni siquiera arbustos o matorrales, sólo pequeñas plantas que cuentan con un periodo de crecimiento muy corto, de apenas 6 a 10 semanas al año. El resto del tiempo la nieve y el hielo impiden su crecimiento. Además, hay otros factores limitantes del crecimiento de las plantas; los suelos de la tundra son muy pobres en nitrógeno y fósforo. Todo esto, además del fuerte viento, hace que las plantas apenas se eleven unos pocos centímetros del suelo. A modo de curiosidad, hay una especie de sauce que vive aquí, el Sauce Polar (Salix polaris), que apenas crece 1 a 3 centímetros desde el suelo. Hace dos semanas fuimos a recoger muestras de plantas y de suelo de la tundra, como ya mencioné en otro artículo. Las plantas estaban verdes, llenas de flores; a la semana siguiente, después de las primeras nevadas y de haber caído la temperatura por debajo de los 0 grados, la mayoría de las plantas tenían sus hojas ya amarillentas. Esto da una idea de la velocidad a la que ocurren los cambios aquí. Los renos y algunas aves son los principales consumidores de estas plantas. Hace unos días me acerqué tanto a un reno que podía escuchar perfectamente el ruido que hacían al comer. Es un sonido metálico, imagino que por el roce de los dientes; pero son muy delicados a la hora de comer, desarrollando un "trabajo" de gran precisión. Al observar la zona en la que el reno había estado pastando comprobé que apenas cortan las flores y las puntas de las hojas más tiernas, parecería que sus dientes son como tijeras muy afiladas, que cortan sin dañar y sin arrancar las plantas.

Otro hecho reseñable aquí en Ny-Ålesund es la presencia en verano de pequeños barcos de crucero, que traen turistas ávidos de pasearse por las apenas dos calles que tiene la base científica. Hace unos años llegaban aquí barcos muy grandes; recuerdo una ocasión en la que vino un crucero con 3500 pasajeros a bordo. Evidentemente no podía acercarse a la costa, ni al pequeño espigón del puerto. Fueron bajando a los miles de turistas en lanchas, los cuales invadieron el lugar. Ahora, la normativa medioambiental prohíbe que se vengan aquí barcos con más de unas pocas decenas de pasajeros. Este verano la mayor parte de los turistas han sido de nacionalidad china. Para algunos de estos turistas debemos ser gente llamativa, ya que aparte de hacer fotos a las casas en las que vivimos o al busto de Amundsen, también nos hacen fotos a nosotros. Quien sabe, a lo mejor salgo en fotos en alguna red social de China. Al preguntar al jefe del puerto por el precio de uno de estos cruceros de una semana a diez días de duración por Svalbard, Islandia o incluso Groenlandia, nos dijo que costaban a partir de 9.000 € por persona; algunos barcos son más lujosos, y los precios sobrepasan los 12.000 € por persona. Desde luego, ¡ esos precios están muy lejos del alcance de cualquiera de nosotros!

Lo único que tiene de bueno para nosotros la presencia de turistas es que la tienda abre cada vez que llega un barco. Por lo general sólo abre los lunes y los jueves de 5 a 6 de la tarde, pero si hay turistas abre cualquier día de la semana. Eso sí, los turistas no tienen acceso a la zona en la que están almacenadas las bebidas alcohólicas, sean cerveza, vino o licores. Sólo los residentes en Ny-Ålesund podemos comprar alcohol, si bien los científicos tenemos que enseñar nuestro billete de avión. Hace unos días, siendo jueves y estando la tienda abierta en su horario normal para nosotros, se acercaron a comprar unos turistas franceses que habían llegado en un velero (hay veleros en alquiler con patrón y tripulación que también ofrecen una navegación de unos cuantos días por Svalbard). Yo pagué sin problema mis compras, pero el señor que venía detrás de mí tuvo que devolver las cervezas y licores que había comprado. Sólo los extranjeros que llegamos en avión podemos comprar alcohol, el resto necesita una cartilla en la que indica la máxima cantidad de alcohol que pueden comprar estando en Svalbard. El señor francés no contaba con esa cartilla, por lo que no pudo comprar nada.

Y, para terminar, sólo decir que ¡HOY ES MI CUMPLEAÑOS!