Las casualidades no existen. Estaba Juan Gutiérrez un buen día a mediados de los años 70 poniendo un disco de Camarón en una máquina pinchadiscos de la cafetería Tívoli, en la Alameda, cuando se le acercó el propio Camarón de la Isla y le preguntó: «¿Qué estás poniendo?, ¿sabes quién soy?». Juan se dio la vuelta y al ver a Camarón respondió: «¡Hombre, cómo no lo voy a saber!».

El malagueño Juan Manuel Gutiérrez, que hoy tiene 65 años, ha compartido muchas horas con quien para muchos es la gran figura del cante del último medio siglo.

Gran aficionado al flamenco, durante años Juan estuvo vinculado, como viajante de joyería, a las joyerías de la familia París, y cuenta que cubría Andalucía, Murcia, Ceuta y Melilla y en tantos días de viaje, «aprendí a cantar solo, al principio abría la ventana y me ponía a gritar». Hoy, es un aficionado al flamenco con una gran voz que obsequia a los clientes de su taxi con lo mejor de Camarón.

Fue precisamente al decidir comprarse un taxi que, ese mismo año, se hizo amigo de Camarón y eso que, aunque las casualidades no existen, «compré el taxi el mismo 23 de febrero de 1981 y yo me decía por la noche: Me voy a quedar sin taxi y sin dinero», explica.

Las aguas no llegaron a tanto y por mediación de otro taxista malagueño llamado Román Moreno, ya desaparecido y compañero de Remedios Amaya, pudo conocer a José Monje, Camarón de la Isla. «Román me lo presentó y me comentó que Camarón estaba grabando una canción preciosa. Anda José, cántale un poquillo», se dirigió al artista, y Camarón, «después de reírse un poquito, me cantó por lo bajini Como el agua».

Con el paso del tiempo, el afable malagueño, que es la simpatía en persona, se hizo buen amigo de Camarón. «En una ocasión me pidió que le llevara a ver a su madre a San Fernando. Estuvimos hasta la madrugada en casa de la madre», recuerda.

Juan Gutiérrez ha conocido a los grandes del flamenco y mantiene aún una buena y estrecha amistad con Tomatito, el guitarrista de Camarón. Cuando se le pregunta por la forma de ser del cantaor gaditano, el taxista lo describe así: «Era una persona muy buena y muy noble. Un hombre que si tú no le preguntabas, no hablaba y que tenía un sexto sentido para muchas cosas».

En otra ocasión, estando en casa del artista, explica que como otros amigos de Camarón, había recibido una maqueta del nuevo disco. «Y Camarón, que era un gran profesional y le gustaba saber, me preguntó que cuál canción me había gustado más. Le dije que unas bulerías porque tenías que irte a un tono que era muy difíciles de hacer. Me pidió que se las cantara y yo respondí que no podía, que para mí su casa era la Capilla Sixtina y que cómo iba a cantar. Chispa, la mujer, me pidió también que las cantara y después de cantarlas, se miraron a los ojos, se rieron y José dijo: «El hijo... se las sabe mejor que yo», ríe.

Juan Gutiérrez está muy orgulloso de su profesión de taxista, que defiende con pasión por ser el colectivo «que siempre te ayuda». Sus compañeros le conocen, de forma afectuosa, como el Camaroncito.

Ayer recordaba que su amigo José Monje, Camarón de la Isla, «habría cumplido 67 años» y cuenta que este sábado irá a Torremolinos a ver actuar a sus amigos: a la familia de Camarón, un artista este que siempre lleva en su taxi; es decir, en su corazón.