«Él siempre ha estado dibujando, lo he visto toda la vida. Dibujar era algo que mi padre necesitaba hacer», cuenta el arquitecto malagueño Ignacio Dorao Moris. El pasado 28 de diciembre, en el Museo del Vidrio, fue uno de los encargados de presentar el que quizás sea el libro más especial de su vida: 101 Pueblos de Málaga en ilustraciones (ediciones del Genal), la obra póstuma de su padre, el también arquitecto Ignacio Dorao Orduña, que falleció el pasado 22 de octubre a los 85 años.

El libro recoge cerca de diez años de trabajo de su padre, que llegó a dibujar 101 de los 103 pueblos de la provincia, armado de cuaderno y rotulador de punta fina y con la compañía de su mujer, la pintora Margarita Moris. «En invierno se iban a los pueblos. Mi madre pintaba, mi padre dibujaba y luego se iban a comer la comida del lugar y a conocer la comarca», cuenta el hijo.

Las ilustraciones están acompañadas por textos explicativos que, nunca mejor dicho, ofrecen pinceladas de los pueblos y ciudades de Málaga, también realizados por el arquitecto, aunque luego han sido corregidos y completados por su hija Marga Dorao.

«Mi padre dejó un 80 por ciento del trabajo listo», detalla su hijo. Por eso explica que, una semana antes de fallecer, pudo ver completada su obra. «Le sacamos un solo libro en la imprenta, lo tuvo en las manos, fue como un último deseo».

La idea original, por cierto, partió de su cuñado e íntimo amigo Vicente Orti, quien le animó a reunir todo el material y publicarlo en un volumen, que ha llegado a buen puerto gracias a su hija Marga Dorao.

Como explica Ignacio Dorao Moris, su padre fue «el primer urban sketcher», un pionero en el arte de salir a la calle a dibujar la vida.

De hecho, el dibujo ha sido parte consustancial de este brillante arquitecto municipal, nacido en Cádiz en 1932, aunque residente en Málaga desde los 6 o 7 años, cuando se trasladó a vivir a la finca familiar de La Virreina, a la casa que hoy es una incubadora de empresas.

«Entró en el Colegio San Estanislao y ya de muy joven fue el ilustrador de la revista del colegio, Forja, incluso en las publicaciones de la Escuela de Arquitectura, cuando estudiaba en Madrid», destaca su hijo.

Ignacio Dorao Orduña fue además durante casi 30 años, de 1970 a 1998, arquitecto municipal de Málaga y de él partió la idea de convertir un inmueble de la Alameda Principal en sede del Archivo Municipal, de cuya rehabilitación fue el responsable. También se encargó de proyectar y restaurar un buen número de mercados municipales, el propio Ayuntamiento, de rediseñar los Jardines de Puerta Oscura y de trabajar en el tramo del Paseo Marítimo entre la glorieta de Antonio Molina y el espigón de la Térmica. Por todo ello, la familia querría presentar este año el libro en el Ayuntamiento de Málaga. La obra soñada por Ignacio Dorao Orduña, por otra parte, está siendo un éxito de ventas. Un adiós artístico a lo grande.