En la película «El curioso caso de Benjamin Button», basada en un relato de Scott Fitzgerald, Brad Pitt interpreta a un hombre que nace con un cuerpo de una persona anciana y la vida discurre para él en sentido inverso, hasta que llega a ser un bebé ya viejo. La existencia de Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, parece encerrar, en sentido metafórico claro está, un curioso paralelismo con Benjamin Button porque es ahora, con 75 años, cuando el regidor se siente más joven, con ganas y empuje para ser en junio de 2019 el candidato del PP a gobernar otros cuatro años la ciudad. Llegará a los comicios con 76 años y medio y acabará el mandato con más de ochenta, después de anunciar esta semana que aceptaba la propuesta de los populares. Podría hablarse, sin duda, de «El curioso caso de Francisco de la Torre», el hombre que, al contrario que todo el mundo, que ansía jubilarse a los 65, sigue presumiendo de subir los escalones de tres en tres, de dormir poco, de estar en todos lados en los que se le reclama y de los miles de pasos diarios que ejecuta.

De la Torre, por cierto, es el segundo alcalde de una de las 54 grandes capitales españolas que lleva más tiempo sosteniendo la vara de mando, en concreto desde mayo de 2000, cuando el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, nombró a su predecesora, la efímera Celia Villalobos, ministra de Sanidad. Sólo lo supera Miguel Antxo Fernández Lores, regidor pontevedrés por el BNG desde mediados de 1999. Tal vez a De la Torre no le guste escuchar hablar de Benjamin Button y prefiera hacerlo del canciller germano Konrad Adenauer, que ocupó el cargo entre 1949 y 1963, hasta los 87 años. Su caso se ha comentado en numerosas publicaciones como un ejemplo de hombres que dieron lo mejor de sí mismos en la ancianidad. No en vano, es uno de los padres de Europa y del milagro económico de su país durante una dura postguerra.

De cualquier forma, Francisco de la Torre es un tipo camaleónico, un animal político capaz de tornar su escaso carisma a mediados del año 2000 por una agenda agotadora que lo ha hecho ganarse el cariño y el respeto de buena parte de sus conciudadanos. De cualquier forma, tiene ante sí muchos retos, tal vez demasiados. El primero es su edad, y ejemplos como el de Adenauer son, más bien, excepciones que justifican la norma. Llegará a las elecciones de junio de 2019 con 76 años y medio y gobernar otros cuatro años, en caso de ganar, la sexta ciudad de España, una de las más pujantes del país en términos culturales, económicos y tecnológicos no debe ser fácil a esa edad, cuando los hombres y mujeres están de retirada y prefieren la tranquilidad de su hogar y la intimidad familiar (que ha tenido un gran protagonismo estos días, por cierto9. Con una salud de hierro, si la mantiene en los años que han de venir tendrá mucho ganado.

De la Torre se enfrenta también a las encuestas. Su partido hace, según explica un alto asesor de otro partido, un tracking mensual para preguntar por problemas de la ciudad y también, de paso, cuestionar por la intención de voto. Por ahí viene el lobo (que no es Celia). Esas proyecciones le darían un concejal menos a De la Torre, que pasaría de 13 a 12 ediles (la mayoría absoluta está en 16, a la que llega esta legislatura con los tres de Cs). Esas proyecciones, según ese asesor, serían mucho peores con el presidente del partido en Málaga, Elías Bendodo, al que, por cierto, el alcalde ha doblegado, por ahora, en un largo pulso político en el que el regidor ha pasado del no de principios de legislatura al sí de hace unos días. Otro de los problemas es la volatilidad del voto: la izquierda (Málaga Ahora, Podemos y Málaga para la Gente) prepara una candidatura conjunta, Ciudadanos, gracias al trabajo de Cassá y los suyos y a los vientos alisios que llegan de su victoria en Cataluña y el carisma que sí tiene Albert Rivera, podría más que doblar su ediles, pasando de tres a seis. Algunos universos les dan siete u ocho. Y ahora naranjas y socialistas están pelando la pava, sobre todo en Andalucía. Si se adelantan las autonómicas, lo lógico, según este asesor, sea que Cs se una en Málaga para gobernar al PSOE de Daniel Pérez (que tiene que ganar sus primarias). Los socialistas apuestan por sumar nueve concejales, es decir, quedarse igual, o subir uno al menos. Con un escenario así podría darse una debacle para un hombre que vende la transformación de la ciudad como su gran aval y verse, si los ciudadanos lo quieren, como líder de la oposición, dejando a un lado la posibilidad de irse en quince meses como el gran alcalde que, para muchos, ha sido.

De la Torre se enfrenta también al debate de si, al llevar como número dos a Bendodo, la idea puede ser que él deje la alcaldía, por ejemplo, al año de los comicios y se quede el hasta ahora presidente de la Diputación. El alto asesor de otro partido consultado estima que con Elías al frente los resultados en las encuestas son aún peores. Ya dijo en las anteriores elecciones que Bendodo no debería haber ido como número dos, porque «parecía que estaba detrás de la puerta para pasar». Estos días, ambos se han cruzado mensajes de respeto y admiración mutuas, pero el PSOE y la oposición van a volver a usar la interinidad de De la Torre si es que gana las elecciones y puede pactar para gobernar.

Para colmo, el quinto reto al que ha de hacer frente De la Torre consiste en que, si no es elegido alcalde, el PP perderá la única gran capital española en la que gobierna con solvencia desde hace tantos años y eso, para Mariano Rajoy y los suyos, aún acorralados por la corrupción, el problema de Cataluña, las pensiones y la crisis, sería una marca menos en la culata de su revólver. Acumular alcaldías es sumar poder y legitimidad.

De cualquier forma, la última legislatura, en la que el PP gobierna con Cs, no está siendo una tarde de vino y rosas: sólo un gran proyecto, el del Polo Digital, ha salido adelante. Queda por saber qué va a ocurrir, por ejemplo, con los terrenos de Repsol, en los que el PP se ha pasado por el forro de sus deseos la consulta ciudadana aprobada en pleno para ver si se hace un bosque urbano o, como ya se ha decidido, se construye un gran parque, sí, pero con una torre y no tres; en cuanto al edificio del Astoria, ni se ha derribado, como también se aprobó en pleno, ni se ha convocado aún un concurso para hacer del suelo un espacio cultural y gastronómico (se dice que en un año); tampoco ha salido adelante el modelo de Limasa, ahora mixto y en el futuro híbrido: no se sabe cuánto costará, ni si hay informes que sustenten la decisión ni si será mejor que municipalizarla; tampoco se sabe si, pese a haberse presentado, se podrá ejecutar el parque del Campamento Benítez con la ambición que han implementado los redactores municipales porque, entre otras cosas, hacen falta informes de otras administraciones para llevarlo a cabo; no se han hecho los nuevos accesos al PTA, el metro al Civil sigue empantanado y en la Alameda está directamente paralizado (aunque esto es de la Junta), así como tampoco se han peatonalizado Carretería ni Álamos. Quizás, sí pueda verse esta legislatura la peatonalización de uno de los laterales de la Alameda, pero ¿qué pasará con la Torre del Puerto? Hay quien dice que De la Torre es ya un hombre con más pasado que futuro: es indudable que sus grandes logros han sido la peatonalización del Centro, la llegada del Pompidou y el Thyssen, la apuesta por un turismo cultural de alto poder adquisitivo, así como el impulso tecnológico de la ciudad. Pero, ¿será ese legado suficiente? La historia dirá.

Pendiente

Los terrenos de Repsol

El pleno aprobó hacer una consulta popular para saber qué hacer con los terrenos de Repsol, o un gran bosque urbano o torres para oficinas y una zona residencial. El PP dio un paso atrás y se ha presentado, con el apoyo de Cs, un proyecto con una torre y un parque que no satisface a la oposición y a muchos ciudadanos.

Guadalmedina

Aunque una empresa está redactando ya el plan especial del Guadalmedina, parece difícil que pueda ejecutarse en los próximos años por su altísimo coste y la contestación de algunos partidos, ya que la idea es soterrar las dos avenidas urbanas anexas al río y crear grandes puentes plazo, un sucedáneo del temido embovedamiento.

Astoria

El pleno aprobó tirar el Astoria, pero ahí sigue el edificio. Se ha anunciado un concurso para dentro de un año tras la espantada de Antonio Banderas. La idea es que tenga usos culturales y gastronómicos. ¿Quién ganará el concurso?

El metro

El alcalde, amparándose en los vecinos, dice que el metro no irá al hospital Civil en superficie, lo que resta rentabilidad al suburbano y lo mantiene enfrentado a la Junta, que quiere ejecutar, sí o sí, esta obra. Por otro lado, está paralizado el trabajo en la Alameda, aunque eso está en el debe de la Junta, pero, ¿si hubiera diálogo irían más rápido?

Limasa

La empresa de limpieza es ahora mixta y la ciudad está sucia. Se ha anunciado un modelo híbrido, pero no se sabe ni cuánto costará, ni sus beneficios ni cuándo se hará. Es otra china en su zapato.El haber

La transformación de la ciudad

Su gran aportación a la ciudad fue la peatonalización del Centro y la apuesta por traer grandes infraestructuras culturales como el Thyssen o el Pompidou, que a su vez sirvieron para ir a por un turista cultural de un gran poder adquisitivo. Asimismo, su apuesta por la innovación y la tecnología han sido fundamentales para que la ciudad se encuentre ahora en uno de sus momentos más dulces. Además, su equipo se ha esforzado mucho por atraer talento y grandes empresas a la urbe y la gestión turística se ha concretado en la atracción de grandes congresos y eventos internacionales. De cualquier forma, hay problemas en el horizonte como la proliferación de viviendas turísticas o las terrazas en las calles.

Evolución del voto de Francisco de la Torre en Málaga

Francisco de la Torre (21 de diciembre, 1942) accedió a la alcaldía de Málaga en mayo de 2000 cuando la entonces alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, dejó el cargo para ser nombrada ministra de Sanidad. De la Torre se presenta por quinta vez a unas elecciones municipales como cabeza de lista y su apoyo electoral ha ido disminuyendo tanto por el lógico desgaste de la gestión como por la irrupción de nuevas fuerzas políticas.