Ramón Sánchez-Garrido fue elegido ayer nuevo secretario general del sindicato UGT en Málaga con el 96,7% de los votos, liderando una candidatura de consenso que pone fin a una etapa convulsa. La central ha estado dirigida desde el pasado mes de octubre por una gestora tras la dimisión de la anterior secretaria general, Auxiliadora Jiménez, y de todo su equipo. Médico de profesión, Sánchez-Garrido se marca como primer reto normalizar el sindicato.

¿Con qué objetivos encara esta etapa como secretario general de UGT en Málaga?

El primer reto es consolidar la estructura del sindicato, que estaba vacante tras la dimisión de la anterior ejecutiva. Lo que pretendemos es normalizar UGT Málaga siguiendo la normas internas que tenemos de los estatutos, resoluciones y reglamentos a nivel confederal. Es un proceso que pretende descentralizar el sindicato, poniendo más el énfasis en las federaciones y en la estructura profesional que en la territorial.

Eso a nivel interno ¿Qué claves destacaría de cara a la acción sindical de la UGT en la sociedad?

El trabajo de la ejecutiva pasa por varios puntos. Por un lado, la campaña en defensa del sistema de pensiones, algo que ha iniciado la propia UGT. Desde la reforma unilateral que impuso el Gobierno en 2013, donde se vincula el crecimiento de las pensiones a la situación económica, hemos estado en contra. La subida del 0,25% que se está aplicando a los pensionistas es muy pobre, cuando el coste de la vida está siendo mucho más alto. La pérdida de poder adquisitivo va a rondar el 15% al cabo de los años. Otra gran preocupación, tras la celebración del Día de la Mujer este 8 de marzo, es la brecha salarial. La mitad de las mujeres de Málaga cobran por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Hay sectores muy afectados como el de empleadas de hogar, servicios de ayuda a domicilio o el agrícola. Todo eso hay que abordarlo. Así no se avanza de ningún modo en el Estado del Bienestar.

Otro pilar de trabajo estará relacionado, supongo, con mejorar la calidad del empleo.

Sí. Hay una enorme situación de precariedad en el empleo, tanto por la baja calidad de los contratos como por los reducidos salarios. Pero el coste de la vida y los beneficios empresariales sí han subido de forma considerable. UGT es una herramienta de defensa de los trabajadores a través de las negociaciones colectivas y nuestra ecuación pasa por vincular los beneficios de las empresas al bienestar de los empleados. Lo que no puede ser es que esos beneficios se produzcan a costa de la pérdida de poder adquisitivo y de un empleo más precario. Se ve en los hogares, donde se sufre mucho con los contratos a los que se ven abocados los jóvenes.

¿Cree que la influencia social de los sindicatos ha descendido en los últimos años? ¿UGT necesita recuperar su imagen?

Comparto ese planteamiento, Hay que dar prestigio a la imagen del sindicato, de hecho es un reto personal que me he planteado. Soy médico de familia, tengo mi trabajo y podría estar atendiendo a mis pacientes pero estoy convencido de que los sindicatos, y en concreto UGT, pueden luchar por los intereses de los trabajadores y defenderlos. Evidentemente hay que adecuarse a la situación actual, que es cambiante, y prestigiar esa labor. UGT, a nivel confederal y en varias federaciones regionales, ha sufrido campañas de desprestigio e incluso de criminalización. Se han podido cometer fallos en algunos aspectos, hay que reconocerlo, pero la mayoría de los delegados y cargos de UGT no han tenido ahí ninguna responsabilidad. En Andalucía hubo también una gran campaña de descrédito. Todo se ha judicializado y aunque aún no han salido todas las sentencias nos están dando la razón.

¿Les hace falta estar más en la calle?

El sindicato negocia convenios para todos los trabajadores, no sólo para sus afiliados. Este 2018 vamos a cumplir 130 años y en 1932 ya hablábamos de la brecha salarial. En la calle hemos estado siempre y ahí vamos a continuar.

¿Cómo es su relación con los empresarios?

Es fluida. Hasta ahora he tenido más contacto sobre todo con los empresarios del sector de sanidad privada por mi trabajo hasta ahora como secretario de Salud de la Federación de Empleados Públicos de UGT Málaga. Acabamos de llegar a un acuerdo para el convenio de sanidad privada en la provincia, que afecta unos 10.000 trabajadores. Hemos modernizado el articulado y conjugado el beneficio de la empresa con el bienestar de los trabajadores.

Su antecesora, Auxiliadora Jiménez, dimitió en octubre por discrepancias con el nuevo modelo organizativo del sindicato, donde los secretarios provinciales pierden poder ejecutivo.

UGT tiene una estructura profesional y otra territorial. La profesional está integrada por los distintos sectores de actividad y por las secciones sindicales de las empresas. Yo estoy convencido de que es ahí donde reside la acción sindical, como se acordó en el congreso confederal de 2016 que supuso la llegada de Pepe Álvarez. Así lo apoyamos también en Andalucía, con Carmen Castilla, y en Málaga. Hay que avanzar en esa descentralización y que los recursos estén en la estructura profesional. Debemos representar a nuestros afiliados, vivir de nuestras cuotas y a partir de ahí desarrollar nuestra acción sindical, no estar pendientes de subvenciones. No soy partidario de eso.