Un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Santiago de Compostela expertos en genética, estadísticas y bases de datos, entre otras disciplinas, acaba de publicar (en «preprint», pendiente todavía de las aportaciones/correcciones de otros expertos), el trabajo más amplio realizado hasta ahora sobre los patrones genéticos vigentes en la Península Ibérica y la influencia en los mismos de las grandes migraciones históricas.

«Patterns of genetic differentiation and the footprints of historical migrations in the Iberian Peninsula», de Clare Bycroft, Ceres Fernández-Rozadilla, Clara Ruiz-Ponte, Inés Quintela-García y Ángel Carracedo bajo la dirección de Peter Donnelly y Simon Myers, ha procesado los datos del ADN de 1.413 españoles de todas las regiones de España, identificando grupos de individuos con patrones similares de ascendencia compartida y logrando obtener un mapa genético a una escala de detalle sin precedentes hasta ahora.

El trabajo utiliza complejos programas estadísticos y potentes ordenadores para poner fin a las limitaciones de los estudios genéticos realizados en España hasta ahora, centrados en una pequeña fracción del genoma o circunscritos solo a algunas regiones. Además, los ADN utilizados corresponden a personas nacidas en torno a 1941 y los resultados serían ajenos a los movimientos migratorios registrados en la fase de desarrollo económico de los sesenta.

El estudio muestra una importante diferenciación genética de este a oeste de la península y, por el contrario, evidencia «notables similitudes» genéticas en el eje norte-sur en concordancia con los movimientos de población que se produjeron durante las «reconquistas» iniciadas por astures, leoneses, castellanos, vascos, aragoneses y catalanes. Así, un malagueño puede tener más similitudes con un asturiano que con un almeriense, más influido por el patrón puramente castellano. En el caso de la provincia, en ella se unen la influencia de origen asturiano y castellano, al encontrarse prácticamente en la fraja en la que ambas se dividen. Dicho de otro modo, sorprende más saber que hay más similitudes entre los actuales habitantes de Madrid y Sevilla que entre un sevillano y un granadino. El mayor aislamiento genético correspondería a una zona reducida del oeste de Galicia y al País Vasco y Navarra.

En general, subrayan los autores, el mapa genético de España es sorprendentemente parecido a las «fronteras lingüísticas» vigentes en el año 1300. Una de las «sorpresas» de la investigación es comprobar que las zonas donde se acredita mayor presencia de ADN procedente del noroeste de África no es la que se encuentra más próxima a esta zona -el sur de España-, ni siquiera aquella que tuvo una dominación musulmana más extensa, pese a que la «mezcla» se produce fundamentalmente durante las primeras fases de la invasión (711 d.C).

En Andalucía, el rastro de ADN norteafricano es visible en el entorno de Málaga y Granada, los últimos territorios de Al Andalus, y está aún más presente en la franja andaluza que hace frontera con Portugal, franja que se alarga hasta Galicia, donde, sorprendentemente, se da la mayor presencia de estos genes del norte de África.

Los mapas de distribución incluidos en el estudio de la Universidad de Oxford muestran una influencia de los genes «moros», procedentes del norte de África y vinculados a las invasiones musulmanas, más acusada hasta una parte de lo que es ahora la Comunidad de Madrid, siendo mucho más débil en el norte y el este de la Península Ibérica.

Por otra parte, los seis grupos genéticos en los que divide la península este estudio reflejan que la mayor aportación proviene de Francia (63-91%), con porcentajes menores relacionados con la Italia actual e Irlanda, influencia de migraciones ancestrales no recientes. Estas tres influencias se reparten por todo el país, a excepción del País Vasco y su zona de influencia.