Carmen Vargas-Machuca destaca que el modelo de negocio ha cambiado mucho a lo largo de los años. «Al principio la labor del farmacéutico era más de químico, elaboraban formulas, cápsulas, supositorios, etcétera... Con mi suegro todavía se hacía eso, pero ya había más adelantos. Ahora todo son marcas comerciales y genéricos». La actual titular de la farmacia también señala el auge en el mercado de la parafarmacia.

Pero no ha sido solo el modelo de negocio lo que ha experimentado un gran cambio, la labor del farmacéutico también ha sufrido transformaciones. «El farmacéutico hace un papel importante de filtro para que no haya tantas urgencias en los hospitales, siempre que hablemos de que no son urgencias reales. El perfil del farmacéutico hace cien años estaba enfocado a la elaboración y el perfil actual a la recomendación y a la atención al cliente», señala Paula Caffarena. Además apuntan a los farmacéuticos como unos excelentes consejeros para los clientes. «La gente viene a la farmacia y nos pregunta sobre qué medicamentos les recomendamos para un resfriado o una gripe», dice Paula Caffarena, quien añade que «incluso nos llegan clientes con sus medicamentos o pomadas ya compradas para saber si se los pueden poner o tomar. De esta forma evitamos que la gente vaya al médico, lo que supone un ahorro para todos», añade.

En estos años, el negocio ha cambiado en gran medida, el farmacéutico antes era más un químico y ahora es un cercano amigo de sus clientes, muchos de ellos fieles a lo largo del tiempo. Los clientes confían en ellas y muchos incluso piden segundas opiniones sobre los resultados médicos. Qué papel deparará el futuro a una de las profesiones más nobles y antiguas de la humanidad es algo difícilmente predecible, pero hoy son consejeros fundamentales en la perenne lucha contra las enfermedades y por la vida sana y activa.