Posiblemente el sueño nunca estuvo cerca de ser realidad, pese a que el resultado diga lo contrario. Es posible que este Málaga que ha competido en esta eliminatoria de cuartos contra el peor Athletic de los últimos años no estuviera preparado ni mental ni físicamente para abordar este reto histórico de intentar acceder por vez primera a semifinales. Sinceramente, es una lástima, porque la ocasión ha sido única y la sensación de desazón perdurará muchos días y puede que hasta años tras dejar en la cuneta una oportunidad inmejorable de hacer historia de verdad, de la que perdura por mucho tiempo.

El Málaga CF cayó ayer por la mínima en San Mamés en un día horrible y desapacible, mal pintado desde el principio y con poco fútbol hasta el final, lo que impidió incluso ser acreedor de entrar en las soñadas semifinales de la Copa del Rey. Hoy no hay que poner paños calientes a la eliminación. No fue un Borussia Dortmund ni tampoco un Boavista. No busquen enemigos -aunque Velasco Carballo tampoco fue ni mucho menos un amigo-. Ayer se cayó del torneo por inercia, porque no hubo más. Fue inapelable la eliminación.

Y es que mucho se esperaba de este equipo, de sus jugadores y de las directrices desde la banda, pero no salió nada de nada. Ni fútbol ni ocasiones ni merecimientos. La puesta en escena fue tan plana que al Athletic apenas le supuso problemas defender el gol cosechado por Aduriz en los primeros minutos de la segunda parte. Sólo un mínimo arreón en los últimos minutos fue la única rabieta en busca de la heroica. Ataques estériles que no pusieron en suspense la clasificación rojiblanca.

Y lo peor de todo es que la eliminatoria estuvo futbolísticamente hablando muy lejos, pero en clave resultadista sumamente cerca. Un gol habría cambiado todo. Un tanto habría metido al equipo en territorio inexplorado. Pero ese gol casi nunca estuvo cerca de llegar. Ni en la ida en Málaga ni anoche en San Mamés. La única ocasión destacable en 180 minutos fue en un tanto anulado a Javi Guerra por fuera de juego por posición ilegal de Juanmi, pero que ni siquiera intervino en la acción, o por falta del canterano, como después indicó en zona mixta algún futbolista. La percepción es que no hubo infracción, pero Velasco Carballo tiene impunidad para ello.

Tras esa ocasión al limbo, poco más que reseñar en el bloc de notas. Un disparo flojo y desviado de Camacho (71´), una volea de Samu centrada (79´) y un par de córners de Duda que no fueron a ninguna parte. Fin. Ahí acabó la historia en esta temporada 2014/15 del Málaga en la Copa. Ahí se truncaron los sueños blanquiazules tras el sorteo que deparó el cruce menos desagradable a principios de temporada.

Y es que el partido, de inicio, había seguido los mismos derroteros que los dos partidos anteriores disputados en menos de una semana. Poco fútbol, mucha lucha y también mucho miedo. El combate se fue nulo al descanso, aunque a los puntos ganaba el Athletic. De momento el plan marchaba, aunque sin asustar demasiado.

Pero en la reanudación, una falta lateral mal acabada del Málaga supuso la contra del Athletic y el gol de Aduriz tras un pase de Susaeta, que arrancó en posición muy dudosa. Era un mazazo. Un jarro de agua fría que no encontraría reacción en los siguientes 45 minutos.

Y eso que había tiempo. Gracia introdujo a los «Samus» como plan B. Pero tampoco funcionó. El paso de los minutos cargó las piernas de un campo pesado por la lluvia incesante, mermó la capacidad física y colocó un muro psicológico infranqueable para el Málaga.

Se acabó la Copa, se acabó el sueño de hacer algo grande. Ahora sólo queda ya la Liga, donde el Málaga deberá, cuanto antes, certificar su permanencia. Hasta otro año...