Hay historias que no deberían acabar nunca, ciclos que tendrían que perdurar en el tiempo y momentos que sería mágico que permanecieran eternamente en nuestras retinas. Ojalá este momento de inspiración del Málaga CF con tres victorias consecutivas y cinco encuentros sin perder en Liga fuera eterno porque para un equipo que estaba en la UCI es lo más parecido a la visita de Papa Noel, los Reyes Magos y hasta el black friday ese yanqui que tanto gusta ahora. Un estado de «Gracia» que permite al conjunto blanquiazul dar un salto cualitativo y cuantitativo en la clasificación y que parece espantar casi todos los males que le han azotado en este segundo tramo del 2015 que hoy ya toca a su fin.

Sí, hoy se cierra el año, aunque no tiene visos de llevarse consigo el estado de felicidad futbolística que ha alcanzado el conjunto blanquiazul. Porque la victoria de ayer en el Ciudad de Valencia sobre el Levante no es casualidad, porque al equipo se le nota ya otro empaque, otra predisposición, más autoridad y, sobre todo, más confianza. Porque los resultados, ahora, podrán llegar o no, pero se recorre el camino adecuado para intentar conseguir el triunfo.

Hoy el malaguismo brinda feliz por su Málaga CF. No ha sido un año fácil el 2015, ni en el plano institucional ni tampoco en el deportivo, donde hay más partidos señalados en rojo por derrotas que verdes de victoria. Pero acabar el curso ganando es lo que tiene, que te arranca una sonrisa tontuna que promete alargarse, como mínimo, hasta el sábado por la noche ante el Celta -resaca festiva, Dios mediante-.

Hay muchos puntos de análisis de este «nuevo» Málaga, del que poco o nada se parece al de hace cuatro semanas y que ha crecido a velocidad de vértigo. Es cierto que no hay excelencia aún, que hay todavía algunos jugadores que pueden dar más de sí y que el gol sigue siendo la asignatura pendiente, ya que se presenta a cuenta gotas en este equipo. Pero la realidad también habla de una mejoría abismal en puntos importantes. Piezas clave que también hacen su función maestra para terminar de hacer funcionar al resto del engranaje.

El primer nombre que sobresale del resto es el de Camacho. Su coincidencia no es casualidad. Que su reaparición esté ligada a los buenos últimos resultados obedece a un jugador superlativo, a un hombre franquicia que ha estado toda la primera vuelta en el dique seco. Con su vuelta, todo es más fácil, hay más orden, más criterio en la salida del balón, más seguridad defensiva y el resto de compañeros están más seguros. Es evidente que con el maño, el Málaga CF crece y al 2016 habría que pedirle que le conserve la salud y también muchos años en tierras malagueñas.

Otra figura importante es la de Amrabat. No está en su mejor versión, pero la recolocación a la banda lo convierten en un jugador diferente, un hombre en el que apoyarse y al que buscar en el ataque. Tiene potencia, tiene calidad y tiene ganas. Ayer trajo loca a la zaga rival, llevó mucho peligro y aguantó el partido por encima del resto. Con estos dos, el Málaga puede ir al fin del mundo.

Y si a ellos se le unen actores secundarios en busca de su estado de gracia, pues mejor. Ayer Duda resolvió el partido con una genialidad. Sí, al luso quizás no le exijas 90 minutos ni le pidas que gane en carrera al jovencito del equipo rival, pero su pierna guarda aún renglones como para escribir algunas bellas historias. Y la de ayer fue una de ellas. Magnífico golpeo en la falta, su especialidad, para romper el cerocerismo injusto que campeaba en el marcador. Una genialidad casi a la altura de su celebración, donde el capitán demostró ser un jugador de leyenda dentro y fuera del campo.

Y es que el Málaga, en la casa del colista, fue ambicioso y superior. Olió Gracia desde vestuarios la sangre del rival y decidió apostar por el once que ya parece de gala y por el sistema en el que más cómodo se sienten sus hombres. Si hablábamos de la evolución de varios jugadores, también lo ha hecho Gracia, que ha dado ese pequeño giro de tuerca para encontrar la solución que reclamaba el equipo. Ojo, posiblemente antes estos mismos hombres no eran tan malos como parecían, al igual que ahora, con tres triunfos seguidos, tampoco deben encumbrarse a los altares.

Así, los primeros minutos del partido fueron claramente del Málaga CF. Con más paciencia que ocasiones y con más control que peligro, los blanquiazules se hicieron dueños del balón. Poco se supo del Levante en el arranque de partido, evitando así cualquier atisbo de salida en tromba de los locales. Juan Carlos reclamó un penalti nada más comenzar en una clara declaración de intenciones. Y el paso de los minutos confirmó que el equipo granota estaba hecho un flan y que el Málaga ha ganado confianza y seguridad, gracias a los resultados.

Pese a todo, pocas ocasiones claras que llevarse a la boca, aunque a los puntos, el empate parecía injusto al descanso. Y es que claras, una ocasión de Cop y otra de Navarro podrían haber desnivelado la balanza.

La reanudación volvería a llevar las aguas a su cauce con un Málaga más dominador y controlador del balón, aunque con la falta de punch que le caracteriza durante este arranque de temporada.

Pero en el minuto 63 el partido dio un arreón. Kameni respondió con un paradón a un disparo de Camarasa y casi en la siguiente jugada, Boka erraba un mano a mano en una gran contra de Amrabat. El árbol se movía y las oportunidades comenzaban a caer.

La figura del marroquí comenzó a crecer y el Málaga a notar el nerviosismo local para incluso atar el punto que cosechaban hasta el momento. Había cierta indecisión granota de si ir a por el partido o conservar la corta renta. Pero emergió claramente Amrabat, por ambas bandas y por el centro, provocando una falta en la frontal que fue la antesala del gol.

Ese regalo, para Duda fue como un penalti. El portugués, maestro en estas lides, no desaprovechó el presente y lanzó la falta como los genios, por debajo de la barrera y sorprendiendo a todo el personal. Aún hubo tiempo para que Camacho y Charles pudieran ampliar la renta, pero el gol fue administrado con maestría para cerrar el partido y para conseguir tres puntos que llevan al Málaga hasta la mitad de la tabla. Un escenario impensable hace sólo un mes. Ahora sí, celebren el cambio de año, disfruten y vuelvan el sábado a La Rosaleda, que apunta a fiesta.