Manuel Pimentel, ex ministro de Trabajo en el Gobierno del PP, del que se fue comunicándolo antes a la prensa que a Aznar, le dio ayer un severo toque de atención a su viejo amigo Mariano Rajoy, de quien escribe en `El Periódico de Catalunya´ que ya no manda en el PP, donde ni ha podido imponer ni su talante ni su política. Pimentel lo tiene claro: o Rajoy se desmarca de Aznar, o el partido terminará deshaciéndose de él. Más que el fondo de la cuestión, compartida por quienes confían en Rajoy como un líder brillante para una derecha moderna, podría discutirse el momento elegido por Pimentel para semejante andanada a una persona a la que aprecia, política y personalmente, ya que estos días Rajoy está volcado en la campaña gallega para apoyar a Fraga. Pero tampoco habría que descartar que Pimentel esté anticipándose a los acontecimientos, si el PP no revalida su mayoría absoluta en Galicia, y eso se vuelve contra Rajoy, mientras Fraga se va a su casa.

Carece de sentido que un mal guionista como Ángel Acebes escriba papeles para un gran actor político como Mariano Rajoy, a quien, por ejemplo, no le va nada ese pulso en solitario al Gobierno en la lucha antiterrorista, recurriendo incluso a la utilización de las víctimas. Por eso es comprensible que quienes aún le respetan deseen que Rajoy enderece el rumbo de su vida política. Y vuelva a ser lo que siempre ha sido: un hombre sensato, alejado de los fundamentalismos y la soberbia.