Elisabeth Sánchez Mejías, a sus 34 años de edad, constituye por sí misma todo un ejemplo de entrega a la ciencia. Porque esta investigadora nacida en Mollina reconoce que en España la precariedad en su sector es absoluta, que conseguir hacerte un hueco en un grupo de trabajo tan activo como el suyo es una verdadera lotería y que con recursos tan limitados, lo normal es salir fuera del país «para que otros obtengan los beneficios a toda la inversión que España ha depositado en sus universitarios». No se anda con rodeos: «El resto de mis compañeros están en Estados Unidos. En mi caso considero que he tenido suerte». La comunidad científica internacional, no obstante, podría discutir el último matiz. Hacen falta numerosas horas de trabajo y un sacrificio manifiesto, más que un golpe de fortuna, para recibir un galardón del prestigio del Premio Joven Investigador Ciberned.

Está usted casi recién llegada de Lisboa, como parte del reconocimiento que supone el premio a los nuevos talentos de Ciberned. ¿Por qué resulta tan difícil que venga a Andalucía uno de estos galardones?

Es una cuestión en la que influye, lamentablemente, la financiación. Los grupos de Madrid y Barcelona, especializados como es el caso del nuestro en enfermedades neurodegenerativas, tienen generalmente mayores presupuestos. Es algo fundamental. Yo acabé de estudiar en 2008 y justo ahí empecé a trabajar como alumna interna y a participar en distintos proyectos. Los mejores grupos españoles están en las grandes capitales y de ahí que sean los que más publican en las revistas especializadas. Sin embargo, los descubrimientos en pacientes de alzheimer que dimos a conocer en la revista Acta Neuropathologica, sobre las células microgliales del cerebro, propiciaron que se fijaran en el grupo al que pertenezco y en concreto en mí. No obstante, este premio debo compartirlo con todo el equipo, lo siento de esa manera, como un reconocimiento a este colectivo.

¿Qué le dice una investigadora postdoctoral de la Universidad de Málaga, que no ha tenido que salir fuera para dedicarse a lo que le gusta, a cualquier persona que esté formándose?

Lo primero que se dedique a sacar muy buenas notas. Que aproveche bien la carrera, porque sólo se estudia una vez. Es cierto que los investigadores sufrimos en España una precariedad absoluta. Pero puedes encontrarte en el camino a una jefa como la mía, Antonia Gutiérrez, que es doctora y catedrática del Departamento de Biología Celular de la Facultad de Ciencias de la UMA, que está entregada al completo, noche y día, para darle sentido a todo esto. Ella es la que se encarga de moverse lo que puede y más para conseguirnos proyectos y financiación. Ella es la investigadora principal, aunque trabajamos en colaboración casi al 50% con otro grupo de la Universidad de Sevilla, dirigido por el doctor Javier Vitorica. Nunca se sabe qué te puede ocurrir.

¿Cuál es la clave de su hallazgo y qué papel puede jugar para la enfermedad de alzheimer?

Hasta ahora se pensaba, de manera errónea, que el cerebro de estos enfermos se inflama. De hecho, como no hay un tratamiento, en muchos casos se suministra antiinflamatorios a los pacientes. Pero al menos en el hipocampo, la zona que en primer lugar se ve afectada en estos enfermos y que es donde se almacenan nuestros recuerdos, hemos podido demostrar que ahí las células no se inflaman.

¿Cómo evolucionan entonces las células en el transcurso de la enfermedad?

No sólo no se activan, sino que hemos visto que se mueren. Incluso hemos ido más allá, al adjuntar a las fotografías hasta el número de células que mueren.

¿Qué factores condicionan el alzheimer?

Por ejemplo, sabemos que hay un origen genético en apenas un 1% de los casos. Pero en general las causas son desconocidas. Al analizar los cerebros después de la muerte, gracias a las personas que deciden donar sus restos a la ciencia de manera altruista, observamos una especie de basurilla tanto dentro de las células como en el exterior y que el cerebro no ha sido capaz de eliminarla. Uno de los problemas que tenemos es que de momento no hemos podido encontrar un modelo animal que imite el alzheimer. No tenemos más herramienta que la mutación de genes en los animales. Y por ahora, como condicionantes, sabemos que todo lo que retrase nuestro envejecimiento es recomendable como acción preventiva contra la enfermedad.

¿Qué hábitos saludables recomendaría?

La dieta mediterránea, la comida saludable que hemos heredado de nuestros mayores, y el ejercicio físico moderado son bastante recomendables. Pero también cualquier complemento que nos ayude a reducir el estrés oxidativo. Todos los hábitos de vida que no nos generen un envejecimiento prematuro reducirán las posibilidades de que en un futuro seamos enfermos de alzheimer.