Ha caído un trozo de hielo y no pasa nada. Los pájaros cabaretean sin ganas en los tejados y nadie parece consternado. Discurrir, llorar, saltar y conmoverse son actividades para existir en invierno. La vida no sucede a treinta grados. Los políticos no discuten ecuaciones ni prueban su pintalabios en hábiles estrategias de microeconomía en apuros, el mundo se preocupa por sus corbatas. El debate sobre la crisis se asemeja a una cuestión terminológica, ZP ha dicho "papá" y con eso es suficiente para tolerar el verano. Los hipergobernantes se marcan un almuerzo que deja las bacanales imperiales a la altura de la austeridad del rancho. En esto último no hay variaciones, debe ser por el aire acondicionado. Las cumbres del G-8 cuestan más de lo que resuelven. El Gobierno y la oposición también y eso que únicamente comen dos platos. Los alemanes, más fresquitos y hegelianos, aprovechan la modorra para lanzar un estudio que asegura éxitos movedizos con las germanas si se aprenden a manejar los fogones. Merkel, al parecer, está entregada. El otro día no cabía en sí, esta vez de amor, en la cumbre del G-8. Dicen que los españoles resuelven el mundo en el café, ellos comen como osos semiencorbatados. La pobreza entra por fin en sus agendas y se considera un éxito tras tantos años de esterilidades en los foros de Davos. Se sientan a la mesa la Europa que construye armas y se parapeta frente a las pateras junto a la América que abre fuego y revienta las materias primas y el ecosistema en vías de desarrollo, en vías de esperanza. Dicen. El mantel se completa con un par de socios estratégicos. A los que cantan fuera y protestan y se refocilan con las pancartas, les tienen preparados una recepción imperial con medio ejército movilizado. No habrá para ellos bailes regionales. En la penúltima cita de gerifaltes, se enroló para la causa a un cuerpo especialista en combatir al terrorismo pendiente de los pasos de más de los estudiantes. La conversación de sobremesa sería un alegato contra Irán. No se pueden usar armas ilegales muchacho, salvo que se crea en la democracia y en Guantánamo. Eso en el caso de que no estuviéramos en verano. El sopor no entiende de alta política. Merkel le daría a la metalingüística hablando de salchichas con emulsiones de patata. Brown replicaría sin ganas. Todos parecían una piara de apóstoles antes de vender la piel de su amo. Pero no lucen barba prerrafaelista, ni sandalias. Aunque estemos a más de treinta grados.