En política exterior un gran líder imperial hace lo contrario de lo que se esperaba antes de serlo. Hago mi apuesta: si McCain gana las presidenciales no habrá guerra con Irán, pero si gana Obama la habrá, o andaremos al borde. Recordemos que con Kennedy tuvo lugar la invasión de Bahía Cochinos, y la mayor implicación en Vietnam fue decidida por el demócrata Johnson, mientras con Nixon llegó la paz.

Del demócrata Truman es la tremenda decisión de lanzar la atómica sobre Hiroshima y Nagasaki. ¿Lo hubiera hecho Eisenhower, el republicano general victorioso?. La razón de fondo de esas contradicciones puede ser sencilla: todo líder trata de reconciliarse con aquella parte de la gente, y de la historia, que le repudia, y demostrar su error. Por eso los países enemigos de una gran potencia suelen querer que ganen los halcones. El peligro está siempre en las palomas.