Cristina Narbona, nueva embajadora de España en París, da este diagnóstico de urgencia de Francia: lo bueno, la semana de 35 horas, lo malo, el espíritu cansino. Al final, el entrevistador se pregunta cómo encajan esas dos cosas. Para dar con el perfil de alguien más que saber en qué trabaja habría que saber en qué no trabaja. El camino para llegar a las 35 horas tiene siglo y medio de longitud, y la latitud enorme de las luchas obreras hasta anteayer mismo. Desandar ese camino, en cambio, puede ser cosa de pocos años, y sin grandes resistencias. En el fondo, no sabemos qué hacer con la riqueza del tiempo libre. Gastamos la mayor parte de ese tiempo ante el televisor, merodeando piezas de consumo en el centro comercial, atascados en la carretera o haciendo turismo cuartelero bajo un programa de instrucción. Si nos ponen otra vez a trabajar a destajo será casi un alivio.