Les presento a Vanesa, una chica de 16 años. Caso A: Resulta que, por cosas de la vida, la chavala ha terminado acuchillando a un tipo sin motivo aparente y en circunstancias bastante truculentas, la verdad. Al día siguiente oirán cómo la gente brama en los telediarios en pos de la rebaja de la edad penal, ya que, al parecer, si un adolescente comete un delito de tal relieve debería apechugar con las consecuencias proporcionadas; también opinarán que a los 16 uno ya tiene plena consciencia de sus actos, que no hay reformatorio que valga sino responsabilidad propia a asumir, etc. Caso B: Imagínense que, en vez de darle al mandoble, Vanesa resulta ser una muchacha sexualmente activa que una noche incurre en un desliz profiláctico y, ay, toca embarazo. ¿Qué dirá la gente si la chica quiere desembarazarse por su cuenta y riesgo? Un espectador, al azar: "Debe pensarlo bien, porque a los 16 uno no tiene las cosas claras, le falta experiencia vital, y son los padres los que saben lo que le conviene". En fin, ¿en qué quedamos? ¿Los adolescentes saben o no saben? ¿Son lelos o no dependiendo de lo que hablemos y nuestros intereses? ¿Debemos pavimentar el camino para que los chavales caminen hacia cierta autonomía, tutelada por supuesto? ¿Están capacitados para ello? O, mejor, ¿les hemos capacitado?

Yo creo que lo que se ha liado con la reforma de la ley del aborto revela, en el fondo, problemas más de los adultos que de los menores. Tienen miedo, pánico. Por ejemplo, hagan la prueba, vayan a una plaza de un barrio, cualquiera: difícil encontrar las antes habituales muchedumbres de niños en faena lúdica, ¿verdad? No, no es simple consecuencia de una tremebunda afición a la Play (antes hubo Spectrum, Commodore, incluso Atari), sino que los padres y madres, muertos de miedo (no les culpo, aunque las causas de esos temores hayan existido siempre) les construyen ´jaulas´ a su medida. Todo lo que necesiten lo tienen en casa, ¿para qué salir con lo que hay ahí fuera? Pero ese ahí fuera les aguardará, con sus tentaciones y oscuridades... Tarde o temprano tocará afrontar todo eso.

Así que lo triste del aborto sin consentimiento paterno no es que exista, sino que una adolescente tome tal opción, supongo que por vergüenza, por falta de comunicación en el seno de la familia y carencias similares. ¿Y cómo se regula la comunicación en el hogar? ¿Tendremos que hacer una ley? ¿"Artículo 1: el adolescente debe comentar con sus progenitores, a diario, sus experiencias vitales y escolares de la jornada"? ¿Es posible crear una persona responsable sin que se confíe en ella? Fin del sermón.