Lo mejor para combatir un dolor de cabeza es cortarse un dedo. Y, para no echar el dedo de menos, arrancarse un ojo; luego, el otro. Y así de forma sucesiva. Las desgracias grandes nos hacen olvidar las pequeñas. El tamaño, además, es relativo. Perder una mano, por ejemplo, parece duro, pero resulta una fruslería (que rayos significará fruslería) frente a la posibilidad de quedarse sin piernas. La crisis, desde los tiempos en que era una "leve recesión", viene administrándonos este tipo de medicina. Tres millones de parados eran muchos parados. Comparada sin embargo esa cifra con la actual, la asumimos como perfectamente soportable. Tal vez, a no tardar mucho, jubilarse a los 67 nos parezca un chollo y cobrar la mitad de la pensión un privilegio. Parecemos insectos en manos de niños crueles que nos van arrancando un miembro tras otro a un ritmo tal que siempre envidiamos la situación anterior (cuando teníamos manos, brazos, piernas, ojos....). Y todas las voces insisten en que la amputación mayor está por llegar.

Vamos por la vida como el que conduce un coche cuyos frenos pueden fallar, de forma arbitraria, en cualquier momento. Es lo que ocurre, por lo visto, con algunos modelos de Toyota. De repente, el acelerador se queda atascado y el freno no responde. Montarse en uno de esos automóviles es lo más parecido a jugar a la ruleta rusa. Montarse en la vida en estos momentos, lo mismo. A ver qué pasa hoy, te dices cuando suena el despertador. Y siempre pasa algo (malo). Cuando no es el pensionazo es el déficit. El Toyota te lo cambian o te lo arreglan, si lo llevas a un servicio oficial. Pero con la vida no sabe uno qué hacer para que le arreglen los defectos provocados por la crisis. Zapatero, de momento, se ha ido a rezar. Bush rezaba también antes de bombardear, así que nos tememos lo peor. El Gobierno debería dejar de transmitir esa impresión de "aterriza como puedas". Ahora bien, si no se trata de una impresión, si están tan despistados como parece, que nos lo digan con toda sinceridad. Ya decidiremos nosotros qué órgano nos arrancamos.