Carlos Carnicero ha comentado que la sombra de la oscura trama Gürtel no se extingue apagando la luz, sino encendiendo más focos. Es una manera de evocar la situación de una manera casi cinematográfica y también de centrar el asunto en su verdadero punto: la posición del PP de Mariano Rajoy ante las fechorías de alguna gente que trabajó con él o que incluso sigue teniendo cerca, como Luis Bárcenas, que conserva su puesto de senador, su despacho y su secretaria, y a quien el PP le paga el abogado, a diferencia de los demás imputados en el Gürtel.

Es lógica y comprensible la defensa de todos los procesados. Sin embargo, ya no puede decirse lo mismo de la actitud del PP en un caso ante el que debe optar entre favorecer la acción de la justicia o disculpar lo sucedido, hasta el punto de obstaculizar o mediatizar el papel de los jueces. Es verdad que, hagan lo que hagan Mariano Rajoy y su equipo, no lo tienen fácil, pero, salvo que sea el propio Rajoy quien tiene que defenderse de algo, cuesta entender su comportamiento en términos democráticos. De hecho, la mayoría de la gente no lo entiende y considera que hay en marcha una persecución personal contra el juez Baltasar Garzón, como revela un sondeo de Metroscopia para ´El País´, del que también se desprende que Garzón tiene respaldo ciudadano en el caso Gürtel.

Si de lo que se trata es de neutralizar a Garzón para esquivar el Gürtel, España volvería al túnel de los tiempos y Mariano Rajoy, más tarde o más temprano, tendría que liberarse de esa pesada carga. Ya sabemos que el líder del PP, como dijo hace ahora un año, cree que "Garzón es socialista" y por ello "no es imparcial", pero aunque semejante descalificación a un magistrado de la Audiencia Nacional tuviese fundamento, Rajoy debería abstenerse de otros movimientos ante los jueces, de manera que esté o no Garzón siga habiendo focos sobre el Gürtel. ¿O vamos a repetir el silencio del caso Naseiro?

Tres cosas parecen estar claras: una, los partidos políticos interfieren en el trabajo de los jueces y la organización del poder judicial; dos, hay jueces que no siempre actúan con la prudencia necesaria, y tres, corremos el riesgo de cargarnos la imparcialidad del sistema judicial, que es uno de los pilares básicos de cualquier sistema democrático. ¿Es ésa la España que quiere gobernar Rajoy?