Fidelidad

Es un bien, pero un bien escaso. De ahí su valor. Requiere el ejercicio de la voluntad, y se puede por tanto ser fiel porque puede el que quiere, venciendo las dificultades que cuando sean mayores, será más meritorio el conseguirlo.

La fidelidad deberá abarcar toda la existencia. Hay que enseñar a serlo desde pequeños, en las cosas más menudas, de poco calado, pero que se magnifican al vivir fielmente. Fidelidad a todos los niveles; empresariales, obreros…y no dejemos de nombrar la fidelidad conyugal, que ahora parece el “buque fantasma “del que hablan y parece que casi no existe. Lo que si vemos los frutos de la infidelidad que tantos quebraderos de cabeza produce al tan traído y llevado ministerio.

La fidelidad podemos identificarla con el amor; sin amor no hay posibilidad de que exista, pues falta la entrega. Podríamos decir que la fidelidad es la perfección del amor.

La existencia humana, por ser como somos, está sujeta a unos cambios coincidentes con nuestras flaquezas, pero intentando vivir una creatividad que nos lleve hasta otra nueva fidelidad que impregne toda la existencia, como un compromiso que nos perfecciona, como perfecciona el amor. Y por ser soporte de él, el que es fiel, lo será pese a los avatares del día a día.

Todo lo soportará porque ama. Todo lo cree, porque ama; y todo lo espera a pesar del tiempo y las contrariedades. Y será feliz porque sólo es feliz el que sabe amar, la satisfacción de la entrega y ver dichoso al ser amado hace que la vida tenga su verdadero sentido. Si no somos capaces de querer, es difícil ser correspondidos. Y estar aislado del or, debe ser la mayor de las desgracias, ya que el hombre fue creado para amar y ser amado. Alfredo Hernández Sacristán. Málaga