Todos saben lo que es la mala fama, y huyen de ella como de la peste. De hecho la mayoría de la gente emplea sus mejores energías en criar buena fama, ya sea en el mundo, un país, una ciudad, un barrio, la comunidad de vecinos o el rellano. Entre la estrategia para el rellano y la estrategia para el mundo sólo hay diferencias de tamaño. Sobre el bastidor de la buena fama se hacen los mejores bordados personales, sociales y económicos, mientras que la mala fama trae siempre rotos. La mala fama es expansiva, se difunde a enorme velocidad, y todo el mundo se apunta a cargar las tintas, pues la buena fama de alguien hace peores a los demás, y al bajar su cotización sube la propia. Esto le pasa ahora a España, nadie se priva de dar la lengua sobre nuestras desgracias y lo merecidas que son. No valdrá decir que nos tienen manía, aunque sospechemos que en el fondo nos la tenían guardada.