Se va un 2010 donde si alguna estadística económica ha mejorado algo en Málaga ha sido, sencillamente, porque las del añ0 2009 fueron lamentables. Enero nunca suele ser un mes propicio para las remontadas, con esa tradicional cuesta que este año se antoja como más empinada que nunca. Todos coinciden en que hasta el mes de marzo o abril, cuando llegue la Semana Santa y las primeras oleadas de turistas no se podrá vislumbrar si la economía malagueña ha comenzado el año 2011 con alguna otra velocidad.

Confianza es la palabra clave y ahora mismo nadie parece tenerla, ni los empresarios para contratar, ni los bancos para dar un mísero crédito ni los consumidores para estirarse algo en las compras, aun teniendo un sueldo o unos ingresos medianamente estables. Pero lo cierto es que Málaga necesita empezar a remontar ya. La crisis empezó técnicamente a finales de 2007, se comenzó a notar de verdad en 2008 y ha arrasado en 2009 y en este 2010. La pregunta del millón es si hemos ya tocado y hasta cuándo va a durar este depresivo tránsito por los subsuelos económicos. La crisis ya dura bastante más de la cuenta y los indicios de recuperación no hacen sino posponerse. Lo peor de todo es que parece que no dependemos de nosotros mismos sino de la confianza (otra vez el término) de los mercados internacionales en España.

¿Inem o EPA? La esperanza es que el próximo verano marque el final de la escalada del paro, ya que sería una catástrofe que Málaga se metiera en algún momento de 2011 en más de 200.000 parados (actualmente tiene 183.000). Y prefiero referirme al dato del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) que hace referencia a los inscritos en el antiguo Inem. Es cierto que la EPA, que es una encuesta trimestral, le ha llegado a dar a Málaga hasta 211.000 desempleados, pero creo que la realidad a atajar es la de personas desempleadas y con disposición de trabajar y ésas, desde luego, son las que están apuntadas en los servicios públicos de empleo. Se tome el dato que se tome, lo importante es que el paro baje. A ver qué pasa.

A vueltas con la CEOE. El año se despide también con la resaca de las elecciones a la CEOE. Después de que en una primer momento, el nuevo presidente, Joan Rosell, excluyera al andaluz Santiago Herrero del reparto de las nuevas vicepresidencias (bajan de 21 a 9) y lo arrinconara al papel de vocal finalmente le ha ofrecido una que quedaba vacante. Herrero ahora se lo piensa pero el tema, desde luego, ha quedado un poco feo ya que parece como si Rosell hubiera ignorado al presidente de la CEA y sólo cuando han arreciado las críticas ha decidido rectificar. Ahora se dice que Herrero podría tardar todo el mes de enero en tomar la decisión, algo que se antoja como una respuesta airada ante el agravio. No parece que esté muy contento con Rosell pero como va a dirigir la CEOE durante los cuatro próximos años yo diría que es mejor decir aquello de «pelillos a la mar» y comenzar la andadura, como se dice, «de buen rollito».