Cuando se analiza la evolución del sistema sanitario público de Andalucía nos podemos encontrar con sus luces y sus sombras, pero en las últimas fechas vemos como avanzamos hacia atrás. Efectivamente, los actuales gestores nos quieren llevar al modelo del señorito andaluz, es decir cada amo en su cortijo hace lo que le viene en gana.

A mi entender el actual Gobierno andaluz ha entregado su ideología a los técnicos y a sus intereses, espera ansioso la convocatoria electoral y ha dejado la acción de gobierno a favor de una campaña mediática en la que solo importa no salir en los medios de comunicación con noticias negativas.

«Si no tenemos nada nuevo que decir lo mejor es que no nos saquen en los medios de comunicación». Ésta parece ser que son las instrucciones que han dado a los gestores sanitarios provinciales.

Esta apatía, esta falta de ideología de la sociedad y dejar todo en manos de los «técnicos» va a dejar hundida a la sanidad pública andaluza; ejemplos de esto los tenemos a lo largo de los últimos años pero la amenaza más inminente va a ser las instrucciones de dejar a los señoritos que contraten a los jornaleros (sin derecho a protestar pues no tendrán posibilidad de defensa laboral sindical) que ellos quieran para trabajar en sus cortijos (Unidades de Gestión Clínica), vulnerando los derechos constitucionales de igualdad, merito, capacidad y publicidad.

El señorito terrateniente ha decidido animar a los señoritos a adecuar sus cortijos a sus necesidades aduciendo una falsa rentabilidad de los escasos recursos sanitarios que asignan los presupuestos sanitarios. Eso sí, es fundamental ocultar los beneficios económicos que alcancen los señoritos en función de sus actos; se reparten migajas entre los jornaleros para que no se alboroten, y lo sustancial, el poder para los señoritos.

Vamos para atrás, pero no solo en la parte asistencial. Los otros «técnicos», los que gestionan los recursos económicos, se han percatado de la situación y han decidido convertirse en capataces de estos señoritos. Se han asociado en órganos creados para ellos y por ellos y están aprovechando las circunstancias para sacar un beneficio extra: imparten conferencias, cursos y charlas renumeradas para con la falsa excusa de la calidad y la excelencia externalizar servicios. Los capataces enseñan como hay que dejar el terreno baldío para justificar su venta al empresario privado y que la sociedad no lo vea con malos ojos en el primer momento, después los capataces ya tendrán el suficiente poder para aspirar a ser señoritos o empresarios.

Con esta opinión no quiero molestar a los pocos gestores y técnicos que no participan de esta situación, solo quiero mandar un mensaje a los políticos del Gobierno andaluz para que se dediquen a hacer política, con ideología socialista eso que se ha perdido con tantos «técnicos» independientes.