Ni en sus peores pesadillas se imaginaba el Festival de Málaga Cine Español que Carmen Thyssen lo colocaría un día en un segundísimo segundo plano. Durante catorce años, el certamen ha luchado por convertirse en la cita cultural más importante de la ciudad. Hubo un tiempo en que lo fue. Pero desde que Tita y su colección desembarcaron en Málaga, la atención social, cultural y mediática sólo ha tenido ojos para ella. Ayer abrió sus puertas por todo lo alto la pinacoteca del Palacio de Villalón.

Y claro, quién quiere saber de cine cuando se tienen por delante más de doscientas obras que permiten realizar un recorrido por lo más granado del arte español y andaluz del siglo XIX. En Málaga hay público para todo, pero es que la oferta del Thyssen es superlativa: satisface tanto a los paladares más exquisitos como a los adictos a Sálvame. Porque Mari, que quieres que te diga, no todos los días se tiene a la mamá de Borja y enemiga íntima de Blanca a pocos metros de la plaza de la Constitución y, además, acompañada de Antonio Banderas. Es curioso: madre, hijo y nuera se pasearon juntitos por calle Larios cuando firmaron con Francisco de la Torre. Pero ahora el niño no viene a la inauguración. Seguro que no se hablan. ¡Dios mío! ¡Qué culebrón! ¿Culebrón? ¿Y qué me dices de lo de Teresa Porras? Calla, calla, no te metas en esos jardines municipales...

No hace falta ser analista político para preguntarse por qué el alcalde ha hecho correr tanto a los peritos, pintores, electricistas, montadores y soldadores del Thyssen para que abra sus puertas a dos días de la inauguración del Festival. ¿No hubiera sido más rentable -en lo que a baños de gloria política se refiere- pasear tranquilamente por la alfombra roja del Cervantes e inaugurar el Villalón una semana más tarde? Sí, lo sería si el Festival hubiera dado la talla. Pero no ha sido así. Así que la Biznaga de Oro es para la baronesa. El motivo del arrinconamiento del Festival no es otro que evitar la visibilidad de la edición más gris de toda su historia, por mucho que Rossy de Palma intente colorearla como presentadora de la gala inaugural.

Dicen que a la tercera va la vencida. Y así ha sido. Desde que Carmelo Romero tomase los mandos de la nave festivalera, ésta va a la deriva. El primer año, el director entrante se topó con una edición ya elaborada por el saliente: todo transcurrió sin mayores sorpresas. El pasado año, el Festival comenzó a zozobrar sin disimulo: las improvisaciones y los nervios delataban que algo fallaba. Mañana alza el telón el tercer Festival capitaneado por Romero. El más suyo. El que ha elaborado al cien por cien. Juzguen ustedes mismos, aunque para ello tengan que pagar el euro de la guía de programación -la gran novedad de las tres últimas ediciones-. Son muchas las voces que apuntan que será su último año, que regresa a la jubilación. Así que es muy probable que asistamos al canto del cisne del segundo director del Festival de Málaga. Por cierto, qué les parece el Thyssen.