En España sólo podían ir a la universidad los pudientes, los poderosos o los que, pese a ser humildes, sus padres asumían enormes sacrificios o los propios alumnos, que tenían que trabajar mientras estudiaban para poder pagarse la carrera. Después cambiaron las cosas y prácticamente todo el mundo podía acceder a un título. Está claro que un país será mejor cuantos más titulados superiores tenga. Irrefutable e indiscutible. Pero, pese a la necesaria y saludable equidad e igualdad de oportunidades, ¿puede un país permitirse que todos sus jóvenes vayan a la universidad? ¿Todos a la uni? Pues a riesgo de ser impopular, siento decir que es imposible. Entiéndaseme, antes de recurrir al tomatazo.

Dentro de su basta, y también amplia, política de ajustes, el Gobierno ha propuesto aumentar las tasas universitarias entre un 15% y un 25%. Es decir, que cada estudiantes tendrá que pagar hasta 450 euros más por matricularse. Sin embargo, es cierto que acceder a la universidad pública en España es barato, comparado con otros países de la Unión Europea. De hecho, y pese a esta subida, el alumno sólo pagaría un 15% de lo que cuesta su formación. Está claro que, por desgracia, así muchos no valoran lo que significa recibir una formación académica superior.

Considero razonable que los repetidores tengan que pagar más cuando consuman todas las convocatorias disponibles en cada asignatura. No es que el fracaso académico sea un lujo que sólo puedan permitirse los ricos... Lo que es un lujo es estar en la universidad sin hacer ni el huevo. Cada alumno tiene seis oportunidades de aprobar cada materia por la que ha pagado sólo una vez. Y estimo que es lógico que para mantener una beca no baste sólo con aprobar, sino que se exija sacar una buena nota.

¿Cuántas fiestas de la primavera, del otoño o del invierno? ¿Cuantos días del patrón? ¿Cuántas horas en la cafetería? Los viernes, además, han dejado ya de ser días lectivos: el jueves por la noche toca salir de marcha. Generalizar siempre es peligroso y muchos hemos pasado por la universidad y sabemos de lo que hablamos. Pero los estudiantes, la mayoría al menos, sólo tienen la obligación de estudiar. Y muchos ni siquiera hacen eso. La estadística que anualmente elabora la UMA, por ejemplo, es demoledora: cada vez terminan más tarde sus carreras y si no aprueban es porque ni siquiera se presentan a los exámenes. Así, sin prisas. ¿Vamos a estar, entre todos, pagándoles las fiestas mientras su estancia en la facultad se eterniza? Creo que no es justo. ¿Va a seguir el Gobierno, central o autonómico, concediendo becas que no premian el esfuerzo? Tampoco creo que sea justo.

Así que, a la univerisad, podrá ir quien pueda permitírselo. Y los que no, pero lo merezcan por su brillantes rendimientos académicos, es indispensable que puedan beneficiarse de un sistema de becas que sea ambicioso, que aunque conceda menos ayudas, su cuantía realmente, sirva para cubrir la totalidad de los gastos y, sobre todo, que ese dinero llegue a tiempo, no como pasa ahora. Las tasas más caras tienen que ser compensadas con mejores becas.