Como entretenimiento, lo que diferencia el punto de cruz del póquer es la intensidad de la emoción. La selección española conjugaba ambas manualidades pero ha perdido destreza en la segunda. Aunque en parte pueda deberse a la ausencia de Villa, ha de haber otras cosas: ¿unos años más sobre los hombros del núcleo del equipo, que hacen que ceda la osadía del envite en favor de la seguridad?, ¿el peso de la responsabilidad de defender el trono?, ¿autohipnosis del punto de cruz? Desde un punto de vista energético el modelo, antes, funcionaba así: el trenzado del tejido se iba colmatando y calentando, hasta que, cuando la parrilla se había puesto incandescente, saltaba de ella una descarga de aspecto a veces insensato, que convocaba a la suerte y muchas veces la obtenía. Quizás Del Bosque debería hablar hoy a su hueste de la pasión siempre poco cuerda por el riesgo, consustancial al juego.