Grandes diarios europeos quieren que Google pague por incluir sus contenidos en el gran almacén del buscador, pero el problema aún no resuelto es cómo se cobra al consumidor final. Hace mucho ya se dijo aquí que el gran despliegue de internet aún está pendiente, y llegará cuando en ese almacén-general-de-todo se instalen cajas registradoras accesibles y fiables. El «gratis total» no existe, porque lo que vale para algo viene del trabajo de alguien, que también tiene que vivir. Cuando lleguen las cajas registradoras aparecerá un mercado nuevo con infinidad de productos baratos -desde una cosa a una idea- en un sin fin de estanterías virtuales, y ese gran bazar universal se convertirá en el centro del universo conocido. Ya sé que este paisaje del futuro puede resultar aterrador, pero siempre he sido partidario de los mercaderes en el templo, y su desalojo me ha parecido un retroceso.