N­­­o sé si creerme al ministro Guindos o al presidente Rajoy. Yo sé, como otros muchos españoles, que los dos mienten pero como estamos en fechas donde es fácil hacer promesas para luego no cumplirlas me los voy a creer y doy fe de que nada me sería más grato que a finales de año se redujera el paro y alejarnos de la demoledora cifra de los seis millones de parados. El primero me quiere alegrar las meninges anunciando que a finales de año empezaremos a sonreír y el segundo, con su permanente mensaje de la herencia recibida, alerta de que todavía nos queda el llanto y crujir de dientes, pero que ye se intuye un horizonte más despejado. El voluntarismo del gobierno Rajoy es tal que ha llegado a pensar que los españoles somos lerdos por naturaleza creyéndonos tantas mentiras. Ni Guindos, ni Rajoy han dado datos para saber cómo se conseguirá lo que prometen. Guindos y Rajoy, con el inestimable apoyo de sus más acreditados palmeros, y siguiendo las directrices de la fundación que preside Aznar, parecen que lo único que desean es inyectar optimismo cuando todos los indicadores económicos señalan lo contrario. España está en bancarrota y echar balones para generar un falso optimismo es suicida porque se juega con la buena voluntad de quienes aún confían en un partido, el Partido Popular, y un presidente, Mariano Rajoy, capaces de sacarnos del negro pozo en el que estamos y los que no creemos en el Rajoy tocado de la verdad y el sentido común como camino de salvación no tendríamos ninguna duda en reconocer nuestra equivocación, pero, por favor, promesas, las que se puedan cumplir.

Hay otro Rajoy que al menos a mi me sorprende, aquel que nos pide comprensión y solidaridad, algo que incumplió de forma bellaca cuando era el líder de la oposición en su permanente ataque a Zapatero. A Rajoy se le va terminar el habitual recurso de que todos los males vienen de la herencia socialista y más cuando su ministro de Economía, Luis de Guindos, no ha tenido reparo en afirmar que ellos sabían lo que se iban a encontrar; «lo sabíamos todo», dijo en la SER. Y si Rajoy lo conocía todo, ¿por qué sigue echando balones fuera a cuenta de Zapatero? Rajoy se convertido en un mentiroso compulsivo, que no duda en afirmar que uno de sus objetivos es mantener los sistemas públicos de educación y sanidad cuando uno de sus acólitos, Ignacio González, el presidente de Madrid, privatiza a toche y moche. Este energúmeno de la política, sucesor de Esperanza Aguirre, que ahora se dedica a socorrer a presos ligeros de cascos y del volante, se ha convertido en el abanderado del cambio ideológico al que nos esta abocando el gobierno de Rajoy.

En su discurso de fin de año hizo unas promesas que no va a cumplir, al menos eso es lo que nos dicta su cercano pasado. No tiene pensado pedir el rescate, «de momento», no subirá el IVA y tampoco subiría las pensiones por encima de los 67 años. Habrá que pensar en todo lo contrario. Bien esta recordar que las promesas de Rajoy duran bien poco. Prometió no subir los impuestos y aprobó la mayor subida de la democracia; dijo que no tocaría las pensiones y en noviembre pasado hizo todo lo contrario. Su otra gran promesa de no subir el IVA, bandera con la que atacó de forma furibunda a Zapatero, lo subió tres puntos en junio, mismo mes en el que pidió al BCE el rescate de la banca española, algo que había negado apenas unos días antes («No habrá rescate de la banca española») y se opuso de forma rotunda a crear un banco malo y el 18 de noviembre era aprobado con repercusión directa en la deuda y el déficit. ¿Hay quien de más? Sí, lo que está por venir. Átense los machos que vienen curvas.

P.D. (1) Moreno Brenes, un señor de la política con mayúscula, vuelve a las aulas universitarias de las que nunca se fue. No creo que se vaya por razones personales, como ha dicho, sino porque nunca supo moverse en el peligroso terreno de las puñaladas traperas ni por el resbaladizo camino de la política en minúscula.

(2) Tengo escrito que de mayor quisiera reencarnarme en Jimena de Cospedal, tan sólo, claro está, en cerrar el año con los ingresos declarados de 158.389 euros anuales, lo que le hace ser una de las políticas mejor pagadas no sólo de España, sino de toda Europa. Esta Jimena de Cospedal se lo sabe montar.

(3) El domingo pasado este periódico publicó un excelente y dramático informe sobre las asociaciones malagueñas que ayudan a los más necesitados. La solidaridad se hizo pública en personas anónimas que han entendido que la ayuda a los que nada tienen es vivir.

Solidaridad y dignidad. Es lo que nos queda. Feliz 2014 (no me he equivocado).