¿Vuelve Lombroso?

Lombroso fue un médico y criminólogo italiano que a finales del siglo XIX y principios del XX sostuvo con cierto éxito una famosa teoría sobre los criminales. La fundamentaba en criterios un tanto darwinianos, manteniendo que el delincuente venía genéticamente determinado desde el nacimiento, bastando con analizar sus rasgos físicos y algunas partes de su anatomía, para concluir sobre su impepinable vocación criminal. Comprobando el tratamiento que estos días nos ofrecen casi todos los medios de comunicación sobre el desarrollo del juicio a José Bretón, acusado del terrible asesinato de sus dos hijos pequeñines, no resulta arriesgado opinar que, en efecto, Lombroso ha vuelto entre nosotros. Se opina sobre los ojos de Bretón, sobre su mirada fría, su rostro de psicópata, sus gestos de asesino...; porque llegamos a un punto en que todo en él es criminal: si mira, porque mira; y si no mira, porque no mira (luego, para curarnos en salud, añadimos un «presuntamente»). Poca simpatía puede suscitar este hombre; y es patente que su abogado asume un difícil papelón profesional con su defensa. Pero el seguimiento del juicio que nos brindan televisiones, radios y periódicos constituye un lamentable espectáculo que atenta contra principios esenciales del Estado de Derecho. Si al final se condena como culpable a Bretón será porque se han probado unos hechos y utilizado unos razonamientos concluyentes en su contra, pero no será por pareceres y sentimientos de cómo mira o deja de mirar. El derecho penal es mucho más que unos procedimientos de formas solemnes para alimentar el morbo de nuestros medios de comunicación. Y si lo que queremos es una justicia mediática donde todos podamos intervenir y opinar, pues aprobemos una ley que nos permita votar por teléfono sobre la inocencia o culpabilidad de cada cual. Lo mismo hasta nos ofrecen un sorteo que premie nuestra participación, y nos toca una invitación para rellenar un plató de televisión. Seguro que te ponen una alfombra roja y cuando te quieres ir todo son pegas y artículos.

Miguel Ángel Loma PérezMálaga