Tengo un amigo que, por su calidad profesional, que le mantiene en contacto diario con personas de todas las edades y condiciones, conoce a fondo la condición humana. Sin embargo, su habilidad para entrar en cuerpos y almas no se corresponde con su cerrazón para la condescendencia política ni con su visceralidad contra todo lo que no huela a derecha. Un dia del mes de mayo del 2010, tras el sorprendente y obligado hachazo de Zapatero a las pensiones, a los funcionarios y a los gastos sociales, mi amigo me dijo con rabia: "Estos son unos trileros que tienen que largarse ya."

Las elecciones les dieron la razón a mi bien hablado amigo, incapaz de emplear el insulto duro y ordinario que le pasaba por su mente. Con la palabra trileros despachó su disgusto.

Zapatero se hundió sólo, con sus terroríficas decisiones. Los populares acabaron con los socialistas y los dejaron sin presente y sin futuro. Y ahí empezó la verdadera crisis, la verdadera recesión, la auténtica desgracia para los españoles.

Quizá creyeron, o nos hicieron creer, que tenían la clave para levantar de nuevo el país, aunque lo cierto es que sus planes y sus objetivos eran otros bien distintos. Estoy convencido de que, desde el primer momento, los peperos diseñaron una concienzuda política para acabar con el bienestar social, que había costado treinta años de lucha, y empobrecer a la población a favor de los poderosos. Sin un átomo de piedad, sin una pizca de empatía, sin una palabra de consuelo.

En dos años no solo no han logrado rebajar los casi seis millones de parados, sino que han aumentado escandalosamente esa cifra. La pobreza camina con saña entre los marginados. Ahora existen doce millones de españoles viviendo en el umbral de la pobreza. Y de ellos, tres millones padeciendo la pobreza total con ingresos inferiores a los 301 euros. Los contenedores son asaltados por familias que no tienen ni para pan. Se abren cada dia nuevos comedores sociales. Los desahucios, los desalojos siguen permitiéndose, al tiempo que los bancos continúan recibiendo miles de millones para enjugar las pérdidas ocasionadas por los Los bonos multimillonarios con que retribuyen a los directivos. El rey del dinero, Botin -apellido muy adecuado- dice que están entrando en España miles de millones de euros. Que hay dinero a espuertas. Será para los bancos, para el suyo, para otros bancos, para los especuladores, o para que se él se divierta y se exhiba con su estilizado mono rojo en los circuitos internacionales de la Fórmula Uno. Porque está clarísimo que ese dinero, si es que viene de verdad, no llega a los pequeños empresarios ni estimula ningún tipo de consumo.

Los ricos coadyuvan en la monumental campaña de mentiras del Gobierno, que solo obedece a Merkel y a los Fondos mundiales.

Una batería de falsas promesas y mentiras, propaladas a bombo y platillo por cada uno de los ministros y por el propio presidente, pretendían hacer creer a los ciudadanos, en la salvajada de los recortes, que "Jamás tocarían las pensiones, la sanidad, la educación, la dependencia, el copago". Y fue lo primero que hicieron: forzar la máquina para privatizar los servicios públicos.

La nueva ley de educación pretende que estudien solamente los hijos de papá. No conozco un ministro mas inútil que José Ignacio Wert, ascendido de la tertulia televisiva a la poltrona, siguiendo el cutre criterio selectivo empleado por Rajoy para elegir a sus ministros. Wertz no quiere oír el grito sonoro y unánime de la comunidad educativa -padres, profesores, alumnos„que le piden una rectificación. Más del ochenta por ciento de la población está en contra de esta ley arcaica. Jamás se vio en la calle una manifestación tan grande, tan contundente, en la que España le decía a Wertz que retirara la elitista ley.

Pero no es solo el tozudo Wertz -que ha llegado a decir que pasó por su mente durante unos segundos la idea de dimitir, pero que no dimite--. El recordman de mentiras gordas es Montoro, de Hacienda, que saca de quicio a los congresistas. Y también el de Economía, que parece vivir en la añoranza de su época de ejecutivo de Lehamn Brothers.

No tengo espacio para relacionar las barbaridades de este Gobierno que nos tiene hundidos en la miseria. Un dato de su poca o nula credibilidad es que la mayoría de la población cree más los argumentos de Bárcenas que los silencios de Rajoy.

Recuerdo las palabras de mi buen amigo el gran conocedor del alma humana. Tengo que verlo para que me repita aquellas palabras de mayo del 2010: "Estos son unos trileros que tienen que largarse ya".

*Rafael de Loma es periodista y escritor

www.rafaeldeloma.com / @rafaeldeloma